Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
desbe la antiguedad los caballeros an protegido la excistencia de lo mas bello y estoy deacuerdo con el ser eterno de que la mujer lo es para este guardian de la estrella lunar
excelente historia acabo de leerla la verdad no soy fan de seiya pero seguire pendiente de esta bella historia me despido y asta pronto
excelente historia acabo de leerla la verdad no soy fan de seiya pero seguire pendiente de esta bella historia me despido y asta pronto
CABALLERO_LUNAR- Sailor Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
yo en este momento tengo deseos de aniquilar a blackmoon tan metiche uyy es un engreido , cada dia es mas interesante tu historia que emocion !!!!! cuidate
viviana quiroga- Sailor Inner Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
Hola! Grrrrr yo lo mato!!! Es que como se la ocurre llegar justo cuando las cosas hiban caminando bien, claro no excelente como creo que serena queria pero que podemos hacer ella es ignorante de lo que hay de tras del enojo de seiya y aunque sabe lo que espera el mugre señor creo que su madre no puede ni siquiera insinuar a serena lo que debe hacer como que fuera cosa que se da al mejor postor...
Bueno a ver como continua esa sesión mañana...
Momento darien bajo???? Es que no puede ser, creo que el pobre es como... No ni suplente.... Bueno ni modo tu mandas
Y amo tu historia!
Saludos
Bueno a ver como continua esa sesión mañana...
Momento darien bajo???? Es que no puede ser, creo que el pobre es como... No ni suplente.... Bueno ni modo tu mandas
Y amo tu historia!
Saludos
stgrani- Reina Serenity
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
mal... blackmoon... creo que seiya debe comprarse un candado o trancar la puerta para evitar de nuevo su intromision.... me encantó el capitulo, claro hasta que llego blackmoon. por un momento habian recuperado aquella confianza, aun siendo unos desconocidos. seiya, tan lindo, me lo imagino con una barbita algo crecida, pero de ojos juveniles y el cabello negro cerca de sus ojos... awwww.. serena, lucha por él... ojala actualices pronto.. besos
Aysha Bakhovik B.- Sailor Outer Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
hay maldito black moon como lo odio sapo metiche huyyy como seiya no se da cu8enta que serena detesta a ese viejo verde mugroso guacala que asco me daa ufff y darien guacala tambien yo lo anmo pero con olor a wisky y viejito no nada que ver jejejej en fin espero el siugiente con ansias no demores
Usagi13- Princesa Fireball
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
te odio blackmoon..
bienvenido a mi lista negra
bienvenido a mi lista negra
pandita- Sailor Outer Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
¡Hola!
¡Mil gracias sus comentarios y por seguirme acompañando por aqui en esta historia! ¡Y bienvenido en el fic CABALLERO_LUNAR!
El día de hoy les traigo un nuevo capitulo, ¡espero que lo disfruten!
Capitulo Cinco
Serena tomó de mala gana el brazo de BlackMoon. Las frases halagadoras que le dedicó él mientras caminaban no eran para ella más que un zumbido irritante.
Temblaba de rabia y apenas podía contenerse. No sabía quién la ponía más furiosa, si BlackMoon por haberse entrometido o Seiya por no haberlo echado.
Ya pensaba en él como en «Seiya», pues sentía cierta intimidad entre ellos, aunque él todavía no se había relajado del todo en su presencia. Había sido una experiencia curiosa posar para él. Había sentido todas sus miradas, pero también había intuido que el papel, los colores y las líneas lo mantenían a distancia.
Si no hubiera llegado BlackMoon, quizá…
—¿A qué hora posa para Seiya mañana? —le oyó preguntar.
Serena evitó contestar.
—Parece tratar con mucha familiaridad al señor Kou. ¿Cuál es su relación con él? —preguntó a su vez.
BlackMoon soltó una risita.
—Seiya es hijo de una amistad. Lo he conocido casi toda su vida.
—¿Oh? ¿Esa amistad es su padre?
BlackMoon tardó un momento en contestar.
—Es su madre. Aunque también conocí a su padre antes de que muriera.
—Entiendo —¿amigo de la madre y sólo un conocido del difunto padre? Ella quería más información—. ¿Cuándo murió el padre del señor Kou?
BlackMoon agitó una mano en el aire, como si esa muerte careciera de importancia.
—Hará dieciséis o diecisiete años.
—Yo entonces sólo tendría seis —Serena quería recordarle su diferencia de edad—. El señor Kou debía ser también muy joven.
BlackMoon frunció el ceño.
—Sí.
¿La madre de Seiya había sido una de sus conquistas? Eso explicaría la animadversión de Seiya hacia aquel hombre. Cruzaron Maiden Lane. Gracias a Dios, ya faltaba poco para llegar a casa.
—No me ha dicho a qué hora la espera Seiya —él hablaba como si intentara disimular su irritación.
—A las dos.
—Vendré a acompañarla
Ella se detuvo, le soltó el brazo y lo miró a los ojos.
—Señor, le suplico que no venga y, desde luego, que no vuelva a entrometerse en nuestras sesiones.
Él parecía enojado.
—¿Cómo dice?
—No venga —repitió ella, pronunciando cada palabra despacio y con claridad—. Ha arruinado la sesión. Ha interrumpido la concentración del señor Kou. ¿Acaso no se ha dado cuenta?
El rostro de BlackMoon se puso rojo.
Serena forzó una sonrisa y cambió de táctica.
—Vamos, no se enfade conmigo. Cualquiera que hubiera entrado en ese momento habría hecho lo mismo —volvió a tomarle el brazo y reanudó la marcha—. Sé muy bien cuánto desea que ese retrato sea un éxito para el teatro. Y para conseguirlo, el artista necesita intimidad.
—¿Seiya le ha dicho eso? —preguntó él. Su brazo se había puesto rígido.
Ella se echó a reír.
—Claro que no. Pero cualquiera que sepa algo de posar para retratos, se da cuenta de que la intimidad es fundamental —ella, por su parte, sólo tenía un día de experiencia en aquel campo, pero confiaba en que BlackMoon supiera menos aún.
Serena vio a una joven hermosa que los miraba desde la acera de enfrente. Iba acompañada por un hombre también joven y atractivo, que la miraba como si el sol saliera y se pusiera sólo para ella.
Serena sintió envidia.
BlackMoon volvió a hablar.
—Pero no creo que altere nada por acompañarla hasta el estudio.
Serena odiaba tener que ver a aquel hombre sólo porque tenía poder. Suspiró para sí y lo miró.
—Muy bien, puede venir a las dos menos cuarto y acompañarme hasta el estudio del artista.
Él sonrió.
Ella lo apuntó con un dedo.
—Pero no debe venir a acompañarme a casa porque nunca sabemos a qué hora vamos a terminar exactamente.
Él arrugó la frente.
—Si acaba tarde, no será seguro para una mujer joven…
—Si acabamos tarde —lo interrumpió ella—, insistiré en que el señor Kou me acompañe a casa —se esforzó por hablar como si aquello no fuera lo que más deseaba en el mundo—. Me atrevo a decir que es lo menos que puede hacer después de todo lo que seguramente le ha pagado.
—Muy bien —él le acarició la mano con el pulgar—. Haré lo que desea de mí.
Ella apartó la mano. Por fin estaban en su puerta.
—Que tenga un buen día, señor —dijo con una reverencia.
Obviamente, él esperaba que lo invitara a entrar. Hizo ademán de tomarle la mano de nuevo, pero ella abrió la puerta.
—Espere —él agarró la puerta—. ¿La veré esta noche en el Salón Verde?
—Tal vez —ella esbozó una sonrisa falsa y se apresuró a entrar.
¡Mil gracias sus comentarios y por seguirme acompañando por aqui en esta historia! ¡Y bienvenido en el fic CABALLERO_LUNAR!
El día de hoy les traigo un nuevo capitulo, ¡espero que lo disfruten!
Capitulo Cinco
Serena tomó de mala gana el brazo de BlackMoon. Las frases halagadoras que le dedicó él mientras caminaban no eran para ella más que un zumbido irritante.
Temblaba de rabia y apenas podía contenerse. No sabía quién la ponía más furiosa, si BlackMoon por haberse entrometido o Seiya por no haberlo echado.
Ya pensaba en él como en «Seiya», pues sentía cierta intimidad entre ellos, aunque él todavía no se había relajado del todo en su presencia. Había sido una experiencia curiosa posar para él. Había sentido todas sus miradas, pero también había intuido que el papel, los colores y las líneas lo mantenían a distancia.
Si no hubiera llegado BlackMoon, quizá…
—¿A qué hora posa para Seiya mañana? —le oyó preguntar.
Serena evitó contestar.
—Parece tratar con mucha familiaridad al señor Kou. ¿Cuál es su relación con él? —preguntó a su vez.
BlackMoon soltó una risita.
—Seiya es hijo de una amistad. Lo he conocido casi toda su vida.
—¿Oh? ¿Esa amistad es su padre?
BlackMoon tardó un momento en contestar.
—Es su madre. Aunque también conocí a su padre antes de que muriera.
—Entiendo —¿amigo de la madre y sólo un conocido del difunto padre? Ella quería más información—. ¿Cuándo murió el padre del señor Kou?
BlackMoon agitó una mano en el aire, como si esa muerte careciera de importancia.
—Hará dieciséis o diecisiete años.
—Yo entonces sólo tendría seis —Serena quería recordarle su diferencia de edad—. El señor Kou debía ser también muy joven.
BlackMoon frunció el ceño.
—Sí.
¿La madre de Seiya había sido una de sus conquistas? Eso explicaría la animadversión de Seiya hacia aquel hombre. Cruzaron Maiden Lane. Gracias a Dios, ya faltaba poco para llegar a casa.
—No me ha dicho a qué hora la espera Seiya —él hablaba como si intentara disimular su irritación.
—A las dos.
—Vendré a acompañarla
Ella se detuvo, le soltó el brazo y lo miró a los ojos.
—Señor, le suplico que no venga y, desde luego, que no vuelva a entrometerse en nuestras sesiones.
Él parecía enojado.
—¿Cómo dice?
—No venga —repitió ella, pronunciando cada palabra despacio y con claridad—. Ha arruinado la sesión. Ha interrumpido la concentración del señor Kou. ¿Acaso no se ha dado cuenta?
El rostro de BlackMoon se puso rojo.
Serena forzó una sonrisa y cambió de táctica.
—Vamos, no se enfade conmigo. Cualquiera que hubiera entrado en ese momento habría hecho lo mismo —volvió a tomarle el brazo y reanudó la marcha—. Sé muy bien cuánto desea que ese retrato sea un éxito para el teatro. Y para conseguirlo, el artista necesita intimidad.
—¿Seiya le ha dicho eso? —preguntó él. Su brazo se había puesto rígido.
Ella se echó a reír.
—Claro que no. Pero cualquiera que sepa algo de posar para retratos, se da cuenta de que la intimidad es fundamental —ella, por su parte, sólo tenía un día de experiencia en aquel campo, pero confiaba en que BlackMoon supiera menos aún.
Serena vio a una joven hermosa que los miraba desde la acera de enfrente. Iba acompañada por un hombre también joven y atractivo, que la miraba como si el sol saliera y se pusiera sólo para ella.
Serena sintió envidia.
BlackMoon volvió a hablar.
—Pero no creo que altere nada por acompañarla hasta el estudio.
Serena odiaba tener que ver a aquel hombre sólo porque tenía poder. Suspiró para sí y lo miró.
—Muy bien, puede venir a las dos menos cuarto y acompañarme hasta el estudio del artista.
Él sonrió.
Ella lo apuntó con un dedo.
—Pero no debe venir a acompañarme a casa porque nunca sabemos a qué hora vamos a terminar exactamente.
Él arrugó la frente.
—Si acaba tarde, no será seguro para una mujer joven…
—Si acabamos tarde —lo interrumpió ella—, insistiré en que el señor Kou me acompañe a casa —se esforzó por hablar como si aquello no fuera lo que más deseaba en el mundo—. Me atrevo a decir que es lo menos que puede hacer después de todo lo que seguramente le ha pagado.
—Muy bien —él le acarició la mano con el pulgar—. Haré lo que desea de mí.
Ella apartó la mano. Por fin estaban en su puerta.
—Que tenga un buen día, señor —dijo con una reverencia.
Obviamente, él esperaba que lo invitara a entrar. Hizo ademán de tomarle la mano de nuevo, pero ella abrió la puerta.
—Espere —él agarró la puerta—. ¿La veré esta noche en el Salón Verde?
—Tal vez —ella esbozó una sonrisa falsa y se apresuró a entrar.
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
Esa noche, Seiya volvió a excusarse con su madre por no ir a cenar. Después de ver cómo trataba BlackMoon a Serena, no podía enfrentarse a su madre. Pasó el resto de la tarde mirando los dibujos que había hecho y obligándose a considerar aquella tarea como un reto artístico.
Al fin los dejó y se puso el sobretodo, pues necesitaba que el aire del invierno enfriara sus emociones. Ardía de rabia y resentimiento.
Con la cabeza agachada contra el viento, cruzó el Strand y caminó hacia Covent Garden, evitando Henrietta Street, los recuerdos de la habitación de Serena y los miedos de que BlackMoon pudiera haberla visitado. Sólo deseaba comer cordero y beber algo en una de las tabernas ruidosas que olían a hombres corrientes disfrutando de placeres corrientes. Caminó hasta Bow Street y, cuando encontró un lugar así, se sentó ante una mesa pequeña pegada a una de las paredes.
El hombre sentado en la mesa de al lado insistió en hablar con él y resultó ser actor, lo cual no era de sorprender teniendo en cuenta que Drury Lane estaba a pocas calles de allí.
—Actúo con Darién Chiba y la incomparable Ikuko Tsukino —dijo—. Tiene que venir a verme actuar. Lo haré entrar.
Aquello implicaba volver a ver a Serena en el papel de Julieta, así que Seiya aceptó la invitación.
Cuando entraron en el teatro, nadie cuestionó al nuevo amigo del actor. Este le dijo a Seiya que se pusiera en un lugar entre bastidores desde donde se veía perfectamente el escenario, aunque de lado. Antes de que empezara la obra, Seiya miró a su alrededor y vio a Serena detrás del escenario pero en el otro extremo. Ella no lo vio.
Su nuevo amigo interpretaba a Abraham, un siervo que tenía unos pocos diálogos y una escena de esgrima en el primer acto. Cuando bajó del escenario se quedó al lado de Seiya a ver la interpretación.
—Julieta está excelente —susurró—. La mejor que he visto nunca. Serena es hija de Ikuko Tsukino, así que no es de sorprender que actúe tan bien —rió en voz baja—. Se rumorea que Ikuko no sabe cuál de los muchos caballeros que se acostaban con ella entonces engendró a la chica.
Todo el mundo sabía que la gente del teatro tenía costumbres relajadas, sin esperanza de mezclarse con la buena sociedad, pero a Seiya la historia de Serena le pareció triste.
La observó en el escenario, interpretando a una hija querida. Resultaba muy convincente en su papel de chica inocente y confiada a punto de verse arrojada en brazos de la pasión y las disputas familiares. Cuando posaba de Cleopatra, resultaba igual de convincente en su papel de reina astuta y sensual.
Seiya quería que su retrato revelara también algo que era sólo de ella. Una joven franca, nada temerosa y decidida.
Frunció el ceño. Quizá aquél era sólo el papel que interpretaba con él. ¿Hacía otro papel muy distinto con BlackMoon?
Se pasó una mano por el pelo. No debía permitirse cobrarle afecto. Ella era un encargo, nada más. Sólo tenía que crear un cuadro decente.
Ella recitaba en el escenario:
—«Mi abundancia es tan ilimitada como el mar. Mi amor es igual de profundo; cuanto más le doy, más tengo, pues ambas cosas son infinitas».
Seiya cerró los ojos. Las palabras de ella despertaban sus sentidos. Desde que regresara de España, había procurado protegerse de la decepción, la pérdida y el horror. Serena amenazaba con atravesar esas defensas y hacerle sentir de nuevo.
Sospechaba que su compañero del teatro lo llevaría al Salón Verde si se lo pedía. Pero si BlackMoon estaba allí cortejando a Serena, no podría soportarlo.
Al fin los dejó y se puso el sobretodo, pues necesitaba que el aire del invierno enfriara sus emociones. Ardía de rabia y resentimiento.
Con la cabeza agachada contra el viento, cruzó el Strand y caminó hacia Covent Garden, evitando Henrietta Street, los recuerdos de la habitación de Serena y los miedos de que BlackMoon pudiera haberla visitado. Sólo deseaba comer cordero y beber algo en una de las tabernas ruidosas que olían a hombres corrientes disfrutando de placeres corrientes. Caminó hasta Bow Street y, cuando encontró un lugar así, se sentó ante una mesa pequeña pegada a una de las paredes.
El hombre sentado en la mesa de al lado insistió en hablar con él y resultó ser actor, lo cual no era de sorprender teniendo en cuenta que Drury Lane estaba a pocas calles de allí.
—Actúo con Darién Chiba y la incomparable Ikuko Tsukino —dijo—. Tiene que venir a verme actuar. Lo haré entrar.
Aquello implicaba volver a ver a Serena en el papel de Julieta, así que Seiya aceptó la invitación.
Cuando entraron en el teatro, nadie cuestionó al nuevo amigo del actor. Este le dijo a Seiya que se pusiera en un lugar entre bastidores desde donde se veía perfectamente el escenario, aunque de lado. Antes de que empezara la obra, Seiya miró a su alrededor y vio a Serena detrás del escenario pero en el otro extremo. Ella no lo vio.
Su nuevo amigo interpretaba a Abraham, un siervo que tenía unos pocos diálogos y una escena de esgrima en el primer acto. Cuando bajó del escenario se quedó al lado de Seiya a ver la interpretación.
—Julieta está excelente —susurró—. La mejor que he visto nunca. Serena es hija de Ikuko Tsukino, así que no es de sorprender que actúe tan bien —rió en voz baja—. Se rumorea que Ikuko no sabe cuál de los muchos caballeros que se acostaban con ella entonces engendró a la chica.
Todo el mundo sabía que la gente del teatro tenía costumbres relajadas, sin esperanza de mezclarse con la buena sociedad, pero a Seiya la historia de Serena le pareció triste.
La observó en el escenario, interpretando a una hija querida. Resultaba muy convincente en su papel de chica inocente y confiada a punto de verse arrojada en brazos de la pasión y las disputas familiares. Cuando posaba de Cleopatra, resultaba igual de convincente en su papel de reina astuta y sensual.
Seiya quería que su retrato revelara también algo que era sólo de ella. Una joven franca, nada temerosa y decidida.
Frunció el ceño. Quizá aquél era sólo el papel que interpretaba con él. ¿Hacía otro papel muy distinto con BlackMoon?
Se pasó una mano por el pelo. No debía permitirse cobrarle afecto. Ella era un encargo, nada más. Sólo tenía que crear un cuadro decente.
Ella recitaba en el escenario:
—«Mi abundancia es tan ilimitada como el mar. Mi amor es igual de profundo; cuanto más le doy, más tengo, pues ambas cosas son infinitas».
Seiya cerró los ojos. Las palabras de ella despertaban sus sentidos. Desde que regresara de España, había procurado protegerse de la decepción, la pérdida y el horror. Serena amenazaba con atravesar esas defensas y hacerle sentir de nuevo.
Sospechaba que su compañero del teatro lo llevaría al Salón Verde si se lo pedía. Pero si BlackMoon estaba allí cortejando a Serena, no podría soportarlo.
OoOoO
Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
Terminó la obra y su nuevo amigo se unió a los saludos finales en el escenario. Después invitó a Seiya a regresar a la taberna y beber más. Otros actores jóvenes se unieron a ellos. Cuando salían del teatro, Seiya estuvo tan cerca de Serena que habría podido tocarla. Su madre tiraba de ella y Serena no lo vio.
Seiya dejó pasar esa oportunidad.
En la taberna se contentó con observar a su compañero con sus amigos. Lo incluyeron en una ronda tras otra de bebida, pero no formaba parte del círculo. Observaba cómo la bebida les soltaba la risa, la rabia y el sentimentalismo. Tomaba nota de la expresión de su cara, de sus gestos, sus posturas, teñidas todas de sombras marrones en la luz tenue de la taberna.
Seiya sintió que había bebido demasiado y se despidió de ellos. Caminó por la calle y dobló una esquina a una zona oscura y estrecha. Los ruidos de la juerga en la taberna resonaban contra las paredes de ladrillo.
De repente fue como si estuviera de nuevo en Badajoz. Las figuras en sombra que cruzaban la calle delante de él entraban en callejones o permanecían en pie en los umbrales, le parecían de pronto a punto de atacar. La risa de las tabernas le parecía la risa demente de Badajoz. Los gritos de alegría le sonaban a aullidos de dolor. Seiya se aplastó contra la pared fría de un edificio y se tapó los oídos con las manos.
Se dijo que no estaba en Badajoz, pero sus sentidos se negaban a escucharle. El corazón le latía con fuerza, tenía los músculos tensos y una voz en su cabeza le gritaba que huyera.
Echó a correr. Corrió como si lo persiguieran soldados borrachos, igual que en Badajoz. Corrió como si huyera de visiones de carnicería, brutalidad y lujuria violenta.
Cuando llegó a su estudio y sacó la llave del bolsillo, le ardían los pulgares. Abrió la puerta y entró jadeante. Regresaron visiones de los soldados sujetando a la mujer francesa. De nuevo su hijo les gritaba que pararan. De nuevo vio Seiya la cara de Zafiro BlackMoon y su risa de borracho.
—Ven a unirte a la fiesta —dijo el espectro—. Hay de sobra para ti también.
Seiya entró en el dormitorio y sacó el orinal. Se inclinó y vomitó hasta que no le quedó nada en el estómago excepto arcadas secas.
Seiya dejó pasar esa oportunidad.
En la taberna se contentó con observar a su compañero con sus amigos. Lo incluyeron en una ronda tras otra de bebida, pero no formaba parte del círculo. Observaba cómo la bebida les soltaba la risa, la rabia y el sentimentalismo. Tomaba nota de la expresión de su cara, de sus gestos, sus posturas, teñidas todas de sombras marrones en la luz tenue de la taberna.
Seiya sintió que había bebido demasiado y se despidió de ellos. Caminó por la calle y dobló una esquina a una zona oscura y estrecha. Los ruidos de la juerga en la taberna resonaban contra las paredes de ladrillo.
De repente fue como si estuviera de nuevo en Badajoz. Las figuras en sombra que cruzaban la calle delante de él entraban en callejones o permanecían en pie en los umbrales, le parecían de pronto a punto de atacar. La risa de las tabernas le parecía la risa demente de Badajoz. Los gritos de alegría le sonaban a aullidos de dolor. Seiya se aplastó contra la pared fría de un edificio y se tapó los oídos con las manos.
Se dijo que no estaba en Badajoz, pero sus sentidos se negaban a escucharle. El corazón le latía con fuerza, tenía los músculos tensos y una voz en su cabeza le gritaba que huyera.
Echó a correr. Corrió como si lo persiguieran soldados borrachos, igual que en Badajoz. Corrió como si huyera de visiones de carnicería, brutalidad y lujuria violenta.
Cuando llegó a su estudio y sacó la llave del bolsillo, le ardían los pulgares. Abrió la puerta y entró jadeante. Regresaron visiones de los soldados sujetando a la mujer francesa. De nuevo su hijo les gritaba que pararan. De nuevo vio Seiya la cara de Zafiro BlackMoon y su risa de borracho.
—Ven a unirte a la fiesta —dijo el espectro—. Hay de sobra para ti también.
Seiya entró en el dormitorio y sacó el orinal. Se inclinó y vomitó hasta que no le quedó nada en el estómago excepto arcadas secas.
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
A la mañana siguiente despertó con un sobresalto. Tenía mal sabor de boca, la cabeza le palpitaba de dolor y la habitación apestaba a vómito.
Se levantó, se puso la ropa de la noche anterior y llevó el orinal a la parte de atrás para limpiarlo.
Después echó agua limpia en una jarra grande, se enjuagó la boca, se cepilló los dientes y se lavó, con la cabeza dándole vueltas y el estómago amenazando con rebelarse.
Cuando se hubo puesto ropa limpia, se dirigió a la residencia de su madre a desayunar y tomar teteras enteras de té para librarse del yunque y el martillo que tenía en la cabeza.
Wilson le abrió la puerta y él fue directamente al comedor, esperando encontrar el desayuno en la mesa.
No esperaba ver a BlackMoon sentado a la mesa, con una taza en la mano y leyendo el periódico.
—Seiya —lo saludó éste. Estaba solo en la estancia.
Seiya puso una mano en la jamba de la puerta para frenar la rabia que hervía en su interior. No devolvió el saludo.
BlackMoon soltó una risita y volvió a su periódico.
La necesidad de comida y de probarle a BlackMoon que no podía intimidarlo impidieron que Seiya saliera corriendo. Se acercó al aparador y lo encontró generosamente provisto, como siempre, con arenques y lonchas de jamón, además de huevos hervidos y rebanadas de pan. Los arenques le provocaron casi tantas náuseas como la presencia de BlackMoon. Tomó dos huevos y rebanadas de pan que untó con mantequilla y mermelada de frambuesa.
Se sentó enfrente de BlackMoon y se sirvió una taza de té de la tetera que había en el centro de la mesa.
—Te estás preguntando si he pasado la noche aquí — BlackMoon se metió un trozo de arenque en la boca—. He pasado una noche muy agradable.
Seiya lo miró de hito en hito, pero rehusó morder el anzuelo.
BlackMoon volvió a intentarlo.
—Tuve en cuenta la presencia de tu hermana, por supuesto —alzó su taza de té hasta la boca—. Pero decidí que es bastante mayor para saber cómo son las cosas. Bastante mayor para un marido, me atrevería a decir —volvió a reír—. Además, ya se había retirado cuando llegué. Vine después de que terminara la obra.
¿Después de la obra? Entonces BlackMoon no había pasado la noche con Serena. A pesar de su resolución de pensar en Serena meramente como un encargo, Seiya respiró aliviado. Aunque de inmediato sintió rabia porque BlackMoon hubiera acudido a su madre.
—Es sorprendente que tenga en cuenta otros sentimientos que los suyos —dijo.
A BlackMoon le ardieron los ojos con furia.
—A tu madre no le importó.
Seiya agarró el borde de la mesa. Sostuvo la mirada a BlackMoon.
—Tenga cuidado con lo que dice —hasta una promesa a su madre tenía sus límites.
BlackMoon hizo un gesto conciliador.
—Vamos, vamos. Tú sabes que siento un gran aprecio por tu madre.
—¿Aprecio por ella? —Seiya le lanzaba dagas con los ojos.
BlackMoon bajó la voz.
—Lo que pase entre tu madre y yo no es asunto tuyo y harías bien en recordar eso.
Eran casi las mismas palabras que le había dicho su madre.
BlackMoon golpeó la mesa con la mano.
—No olvides tu lugar, muchacho —dijo con más energía—. No cuestiones los asuntos de un par del reino.
Seiya se inclinó hacia delante.
—No consentiré que haga daño a mi madre.
BlackMoon asumió la expresión de un hombre razonable.
—Tu madre entiende mis necesidades, muchacho. Eso debería ser suficiente para ti —se metió un trozo de jamón en la boca y masticó.
Seiya no desvió la mirada de él.
—¿Sabe que se acuesta con la señorita Tsukino?
BlackMoon sonrió y levantó un dedo en el aire.
—Ah, pero yo no me acuesto con la señorita Tsukino. Todavía —tomó otro sorbo de té—. Si fuera así, no estaría aquí.
¿ BlackMoon no se había acostado con Serena? ¿Nunca? Aquella noticia sorprendía a Seiya. Se quedó un momento paralizado. Hasta que se dio cuenta de que BlackMoon utilizaba a su madre para apaciguar su deseo por Serena.
Apartó la silla, dispuesto a lanzarse al cuello de BlackMoon, pero su madre entró en ese momento.
—Vaya, Seiya, no sabía que estabas aquí.
Él se levantó, temblando todavía de rabia, y dio un beso a su madre.
—He venido a desayunar.
Ella le dio una palmadita en la mejilla.
—Siempre eres bienvenido.
Se acercó a BlackMoon, quien se levantó a su vez.
—Buenos días, Diamante.
Él la besó en los labios, y al hacerlo miró de soslayo a Seiya.
—Querida mía, permíteme que te sirva yo.
Le sostuvo una silla y ella se sentó con gracia.
—Te lo agradezco. Sólo un huevo, por favor.
Él le llevó el huevo y regresó a su silla para servirle té.
Seiya apretó los puños debajo de la mesa.
Entró Michiru frotándose los ojos.
—Buenos días —murmuró a Seiya. Entonces vio a BlackMoon —. ¡Oh!
Él se puso en pie y la saludó con una inclinación de cabeza.
—Buenos días, Michiru, querida. ¿Me permites que te sirva yo?
Ella parecía confusa.
—Puedo hacerlo yo. Por favor, sentese.
Cuando regresó a la mesa, BlackMoon se levantó y retiró una silla para ella.
—¿Has dormido bien?
—Sí, gracias —respondió ella con educación.
Mientras comía, pasó la mirada de BlackMoon a su madre y vuelta. Miró a Seiya con expresión interrogante.
Este se encogió de hombros.
Michiru terminó una taza de té y se sirvió otra.
—Lord BlackMoon, ayer por la tarde lo vi en la calle. ¿Quién era la dama joven que lo acompañaba?
Seiya lanzó una mirada a su madre, que se limitó a bajar la vista a su plato.
BlackMoon respondió sin vacilar:
—Debía ser la señorita Tsukino. La acompañé a casa desde el estudio de Seiya.
Michiru movió la cabeza sorprendida.
—¿Desde el estudio de Seiya?
—Lord BlackMoon me ha encargado que pinte el retrato de la señorita Tsukino —explicó éste.
Michiru abrió mucho los ojos.
—Era la joven señorita Tsukino, la actriz que interpreta a Julieta. Ya sabía que la conocía de algo.
BlackMoon se inclinó hacia ella.
—Estoy convencido de que la joven señorita Tsukino tendrá tanto éxito como su madre. Será una baza importante para el teatro.
—Comprendo —murmuró Michiru; pero parecía incómoda.
Seiya se levantó y puso otra rebanada de pan en su plato.
BlackMoon sacó su reloj de oro y miró la hora.
—Es tarde; debo irme.
Seiya regresó a su silla.
—¿Tienes que irte tan pronto, Diamante? —la madre de Seiya parecía alicaída.
Diamante se inclinó y la besó en la cabeza.
—Negocios, querida. Volveré a visitarte, lo prometo —le puso una mano a Michiru en el hombro—. Es un placer volver a verte —hizo una inclinación de cabeza a Seiya y salió de la estancia.
Seiya no se atrevía a mirar a su madre.
Michiru pareció forzar una sonrisa.
—Vaya. Así que es la señorita Tsukino la que posa para ti. Dinos, ¿es tan hermosa de cerca como en el escenario?
Seiya luchó por mantener un rostro inexpresivo.
—Yo diría que sí.
—¡Qué emocionante! —exclamó Michiru—. ¿Cómo va el cuadro?
—Acabamos de empezar.
—Me gustaría verla de cerca. ¿Cuándo posará de nuevo?
—Hoy a las dos.
—¿Puedo ir a conocerla? —le miró suplicante—. Prometo que no me quedaré a distraerlos.
Seiya miró a su madre, que tenía el rostro tenso.
—No se me ocurre ninguna razón para negarme —musitó la mujer, que parecía que quisiera hacer cualquier cosa excepto dar permiso a su hija para conocer a la mujer que la iba a reemplazar en el lecho de BlackMoon, una mujer en la plenitud de su juventud y su belleza.
A Seiya no se le ocurrió tampoco ninguna excusa para mantener alejada a Michiru.
—Muy bien. Ven a las dos.
¿Como creen que resulten las cosas ahora que Michiru conocera a Serena?
mmm... ya lo veremos en el siguiente capitulo, en donde tambien veremos un poco más de Haruka y Michiru
Me despido de ustedes por ahora. Como siempre, no olviden dejar sus comentarios, dudas, quejas o sugerencias que tengan. Nos vemos en el proximo capitulo
XOXO
Serenity
Se levantó, se puso la ropa de la noche anterior y llevó el orinal a la parte de atrás para limpiarlo.
Después echó agua limpia en una jarra grande, se enjuagó la boca, se cepilló los dientes y se lavó, con la cabeza dándole vueltas y el estómago amenazando con rebelarse.
Cuando se hubo puesto ropa limpia, se dirigió a la residencia de su madre a desayunar y tomar teteras enteras de té para librarse del yunque y el martillo que tenía en la cabeza.
Wilson le abrió la puerta y él fue directamente al comedor, esperando encontrar el desayuno en la mesa.
No esperaba ver a BlackMoon sentado a la mesa, con una taza en la mano y leyendo el periódico.
—Seiya —lo saludó éste. Estaba solo en la estancia.
Seiya puso una mano en la jamba de la puerta para frenar la rabia que hervía en su interior. No devolvió el saludo.
BlackMoon soltó una risita y volvió a su periódico.
La necesidad de comida y de probarle a BlackMoon que no podía intimidarlo impidieron que Seiya saliera corriendo. Se acercó al aparador y lo encontró generosamente provisto, como siempre, con arenques y lonchas de jamón, además de huevos hervidos y rebanadas de pan. Los arenques le provocaron casi tantas náuseas como la presencia de BlackMoon. Tomó dos huevos y rebanadas de pan que untó con mantequilla y mermelada de frambuesa.
Se sentó enfrente de BlackMoon y se sirvió una taza de té de la tetera que había en el centro de la mesa.
—Te estás preguntando si he pasado la noche aquí — BlackMoon se metió un trozo de arenque en la boca—. He pasado una noche muy agradable.
Seiya lo miró de hito en hito, pero rehusó morder el anzuelo.
BlackMoon volvió a intentarlo.
—Tuve en cuenta la presencia de tu hermana, por supuesto —alzó su taza de té hasta la boca—. Pero decidí que es bastante mayor para saber cómo son las cosas. Bastante mayor para un marido, me atrevería a decir —volvió a reír—. Además, ya se había retirado cuando llegué. Vine después de que terminara la obra.
¿Después de la obra? Entonces BlackMoon no había pasado la noche con Serena. A pesar de su resolución de pensar en Serena meramente como un encargo, Seiya respiró aliviado. Aunque de inmediato sintió rabia porque BlackMoon hubiera acudido a su madre.
—Es sorprendente que tenga en cuenta otros sentimientos que los suyos —dijo.
A BlackMoon le ardieron los ojos con furia.
—A tu madre no le importó.
Seiya agarró el borde de la mesa. Sostuvo la mirada a BlackMoon.
—Tenga cuidado con lo que dice —hasta una promesa a su madre tenía sus límites.
BlackMoon hizo un gesto conciliador.
—Vamos, vamos. Tú sabes que siento un gran aprecio por tu madre.
—¿Aprecio por ella? —Seiya le lanzaba dagas con los ojos.
BlackMoon bajó la voz.
—Lo que pase entre tu madre y yo no es asunto tuyo y harías bien en recordar eso.
Eran casi las mismas palabras que le había dicho su madre.
BlackMoon golpeó la mesa con la mano.
—No olvides tu lugar, muchacho —dijo con más energía—. No cuestiones los asuntos de un par del reino.
Seiya se inclinó hacia delante.
—No consentiré que haga daño a mi madre.
BlackMoon asumió la expresión de un hombre razonable.
—Tu madre entiende mis necesidades, muchacho. Eso debería ser suficiente para ti —se metió un trozo de jamón en la boca y masticó.
Seiya no desvió la mirada de él.
—¿Sabe que se acuesta con la señorita Tsukino?
BlackMoon sonrió y levantó un dedo en el aire.
—Ah, pero yo no me acuesto con la señorita Tsukino. Todavía —tomó otro sorbo de té—. Si fuera así, no estaría aquí.
¿ BlackMoon no se había acostado con Serena? ¿Nunca? Aquella noticia sorprendía a Seiya. Se quedó un momento paralizado. Hasta que se dio cuenta de que BlackMoon utilizaba a su madre para apaciguar su deseo por Serena.
Apartó la silla, dispuesto a lanzarse al cuello de BlackMoon, pero su madre entró en ese momento.
—Vaya, Seiya, no sabía que estabas aquí.
Él se levantó, temblando todavía de rabia, y dio un beso a su madre.
—He venido a desayunar.
Ella le dio una palmadita en la mejilla.
—Siempre eres bienvenido.
Se acercó a BlackMoon, quien se levantó a su vez.
—Buenos días, Diamante.
Él la besó en los labios, y al hacerlo miró de soslayo a Seiya.
—Querida mía, permíteme que te sirva yo.
Le sostuvo una silla y ella se sentó con gracia.
—Te lo agradezco. Sólo un huevo, por favor.
Él le llevó el huevo y regresó a su silla para servirle té.
Seiya apretó los puños debajo de la mesa.
Entró Michiru frotándose los ojos.
—Buenos días —murmuró a Seiya. Entonces vio a BlackMoon —. ¡Oh!
Él se puso en pie y la saludó con una inclinación de cabeza.
—Buenos días, Michiru, querida. ¿Me permites que te sirva yo?
Ella parecía confusa.
—Puedo hacerlo yo. Por favor, sentese.
Cuando regresó a la mesa, BlackMoon se levantó y retiró una silla para ella.
—¿Has dormido bien?
—Sí, gracias —respondió ella con educación.
Mientras comía, pasó la mirada de BlackMoon a su madre y vuelta. Miró a Seiya con expresión interrogante.
Este se encogió de hombros.
Michiru terminó una taza de té y se sirvió otra.
—Lord BlackMoon, ayer por la tarde lo vi en la calle. ¿Quién era la dama joven que lo acompañaba?
Seiya lanzó una mirada a su madre, que se limitó a bajar la vista a su plato.
BlackMoon respondió sin vacilar:
—Debía ser la señorita Tsukino. La acompañé a casa desde el estudio de Seiya.
Michiru movió la cabeza sorprendida.
—¿Desde el estudio de Seiya?
—Lord BlackMoon me ha encargado que pinte el retrato de la señorita Tsukino —explicó éste.
Michiru abrió mucho los ojos.
—Era la joven señorita Tsukino, la actriz que interpreta a Julieta. Ya sabía que la conocía de algo.
BlackMoon se inclinó hacia ella.
—Estoy convencido de que la joven señorita Tsukino tendrá tanto éxito como su madre. Será una baza importante para el teatro.
—Comprendo —murmuró Michiru; pero parecía incómoda.
Seiya se levantó y puso otra rebanada de pan en su plato.
BlackMoon sacó su reloj de oro y miró la hora.
—Es tarde; debo irme.
Seiya regresó a su silla.
—¿Tienes que irte tan pronto, Diamante? —la madre de Seiya parecía alicaída.
Diamante se inclinó y la besó en la cabeza.
—Negocios, querida. Volveré a visitarte, lo prometo —le puso una mano a Michiru en el hombro—. Es un placer volver a verte —hizo una inclinación de cabeza a Seiya y salió de la estancia.
Seiya no se atrevía a mirar a su madre.
Michiru pareció forzar una sonrisa.
—Vaya. Así que es la señorita Tsukino la que posa para ti. Dinos, ¿es tan hermosa de cerca como en el escenario?
Seiya luchó por mantener un rostro inexpresivo.
—Yo diría que sí.
—¡Qué emocionante! —exclamó Michiru—. ¿Cómo va el cuadro?
—Acabamos de empezar.
—Me gustaría verla de cerca. ¿Cuándo posará de nuevo?
—Hoy a las dos.
—¿Puedo ir a conocerla? —le miró suplicante—. Prometo que no me quedaré a distraerlos.
Seiya miró a su madre, que tenía el rostro tenso.
—No se me ocurre ninguna razón para negarme —musitó la mujer, que parecía que quisiera hacer cualquier cosa excepto dar permiso a su hija para conocer a la mujer que la iba a reemplazar en el lecho de BlackMoon, una mujer en la plenitud de su juventud y su belleza.
A Seiya no se le ocurrió tampoco ninguna excusa para mantener alejada a Michiru.
—Muy bien. Ven a las dos.
¿Como creen que resulten las cosas ahora que Michiru conocera a Serena?
mmm... ya lo veremos en el siguiente capitulo, en donde tambien veremos un poco más de Haruka y Michiru
Me despido de ustedes por ahora. Como siempre, no olviden dejar sus comentarios, dudas, quejas o sugerencias que tengan. Nos vemos en el proximo capitulo
XOXO
Serenity
Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
Hola!!! Pero es que descaro el de ese mugre señor como que la mama de seiya fuera una cosa a utilizar a su antojo....
Vaya amigos que se consiguió seiya, pudo volver a ver a serena actuar y supo un poco mas de ella...
Me encanta la manera en que serena se defiende... Pero ahí que tener cuidad ya que dijo aun!!??? Es que de veras que no se cansa de molestar ese mugre diamante!!!
Me encanto!!! Pero odie a diamante mugre
Saludos
Vaya amigos que se consiguió seiya, pudo volver a ver a serena actuar y supo un poco mas de ella...
Me encanta la manera en que serena se defiende... Pero ahí que tener cuidad ya que dijo aun!!??? Es que de veras que no se cansa de molestar ese mugre diamante!!!
Me encanto!!! Pero odie a diamante mugre
Saludos
stgrani- Reina Serenity
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
maldita basura es ese blakcmoon maldito como hace eso con la mama de seiya y mas tonta ella pero uchhh que rabia que coraje tengo pero por otro lado estoy feliz porque diamante le dijo la verdad sobre serena asi que seiya lucha por tu amorr jejejejejeje no te dejes vencer que serena no es tonta para meterse con un viejo verde jajaja ademas me gusto como en pocas palabras aparo a ese degenerado pervertido uchhh en fin espero el siguiente byeee
Usagi13- Princesa Fireball
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
ojala seiya quiera ahora conquistar a serena..!!
yeiii
yeiii
pandita- Sailor Outer Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
oooogghhh!!! éste estuvo muy corto, [SERRISA] sorry, es que ya quiero algo de emocion entre S&S... estuvo muy bueno el capitulo... maldito black moon, pero asi eran las cosas antes... un beso
Aysha Bakhovik B.- Sailor Outer Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
serenity que maravillosa historia, ps a mi me gustan mucho las historias de epoca... Y como con todas tus historias me lograste atrapar... Me muero por saber como se iran desarrollando las cosas entre serena y seiya...
sailory- Princesa Serena
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
mmm super, esta super, que buena actualizacion, pobre la madre de seiya, esa serena me encanta su caracter una digna mujer para seiya jajajjaa, mi seiya uf yo he sentido esas resacas jajajaja, osea que la pareja que vio serena esa tarde era michiru y haruka verdad wow esto esta emocionante, pro michiru le hcechara a perder el dia a serena jaja ya que esta quiere estar a solas con seiya jejeje, espero que actualices pronto y serenity estamos esperando las demas actualizaciones, no te estoy apresurando pero... la verdad que si jajaja
wendykou- Sailor Outer Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
SERENITY FELICIDADES TU FIC ES BUENISIMO, ME ENCANTA!!
ESPERO EL SIGUIENTE CAPITULO SALUDOS
caterine- Sailor Scout
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
¡Hola!
¡Mil gracias sus comentarios y por seguirme acompañando por aqui en esta historia!
Les traigo un nuevo capitulo de este fic ¡espero que lo disfruten!
Capitulo Seis
Michiru rebuscaba entre las hierbas de un puesto de Covent Garden. Eligió un ramillete de lavanda y se lo llevó a la nariz antes de colocarlo en la cesta que sostenía su amigo Haruka. Buscó el monedero en su bolso.
—Pagaré yo —Haruka dio una moneda al vendedor—. Es un regalo.
—Gracias. Eres muy bueno.
—Es un placer —repuso él.
Caminaron entre los puestos de fruta y verdura atendidos por vendedores de mejillas coloradas envueltos en lana y cuyas respiraciones formaban nubes en el aire.
—Gracias también por sacarme de casa —dijo Michiru—. A veces creo que me volveré loca sentada todo el día en el salón viendo a mi madre con sus labores de aguja.
—De nuevo, el placer es todo mío.
Ella suspiró y apartó la vista.
—Te preocupa algo —dijo él.
—¿Preocuparme? —ella volvió a mirarlo.
Haruka no era tan alto como su hermano. Era también más delgado, pero para Michiru era un amigo muy fiable y demasiado perspicaz.
—No me preocupa nada —repuso.
Él la tomó del brazo y la miró con sus bondadosos ojos azules.
—A mí no puedes engañarme, ¿sabes?
Su rostro era muy querido, muy franco… pero ella no estaba segura de poder poner en palabras lo que le preocupaba.
—¿Estás preocupada por tu madre? —preguntó él.
Ella se apartó.
—¿Por qué crees que puedo estar preocupada por mi madre?
La sonrisa de él se volvió conciliadora.
—Es una suposición.
Caminaron en silencio, ahora sin tocarse. Michiru se detuvo delante de un puesto donde había erizos en jaulas, una mascota popular porque se comía los escarabajos que plagaban las casas de Londres.
Se inclinó y tocó el hocico de una cría de erizo que asomaba entre los barrotes de su jaula. Le gustaba que Haruka nunca la presionara para que hablara, como hacía a veces su madre en su afán por querer saber todo lo que la perturbaba. Su madre, como Haruka, también notaría su turbación y, desde luego, no podía confiarse a ella.
Miró a Haruka, que se limitó a sonreír. Se incorporó.
—¡Oh, Haruka! —se colgó de su brazo y reanudó la marcha—. No sé bien lo que me preocupa.
Él le apretó la mano.
Pasaron al lado de un puesto de flores. Haruka se detuvo, compró un ramo pequeño y se lo tendió. Ella sonrió. Él siempre le estaba regalando pequeñas cosas. Era su mejor amigo y el único que tenía en Londres. Aunque se habían conocido el verano anterior, tenía la sensación de haberlo conocido toda su vida. Quizá podría hablar un poco con él.
—¿Cuánto sabes de mi familia? —preguntó.
Él no contestó de inmediato.
—Sé que tu padre murió cuando tú eras muy joven. Sé que… —vaciló y respiró hondo—. Yo crecí en Bath. Sé que lord BlackMoon… mantenía a tu familia.
Lo dijo sin asomo de censura y eso le dio a ella valor para continuar.
—Mi madre hizo muy mal en aceptar la ayuda de lord BlackMoon, pero estoy convencida de que fue debido a la gran pasión que sienten los dos.
Lo miró para ver si se mostraba tan escéptico como Seiya. Haruka parecía simplemente escuchar.
—Yo estaba acostumbrada a que visitara a mi madre de vez en cuando, pero anoche… —tragó saliva—. Creo que pasó la noche con ella porque esta mañana estaba en el desayuno. Eso me ha preocupado.
—¿Sí?
Michiru se detuvo y lo miró a los ojos.
—¿Recuerdas ayer cuando lo vimos con aquella joven?
Él asintió.
—Eso también me preocupó. Era la actriz que interpreta a Julieta. Es la que está pintando Seiya.
—¿Seiya la está pintando? —Haruka parecía sorprendido.
Ella asintió.
—Lord BlackMoon le encargó el retrato. Creo que… ella puede tener intenciones con lord BlackMoon.
—¿Qué te hace pensar eso?
—¡Oh! —ella volvió a suspirar—. Es sólo una intuición. Cuando dije que la había visto con lord BlackMoon, todos se pusieron muy raros. Seiya también estaba allí y fue el que más raro se puso.
Haruka le apartó un mechón de pelo de la mejilla y lo colocó detrás de la oreja.
—Probablemente haya otra explicación, pero vamos a proponernos descubrir cuál puede ser esa razón.
Ella sintió que la tensión la abandonaba.
—¿Tú me ayudarás?
Haruka sonrió.
—Pues claro que sí.
Michiru se agarró de su brazo de nuevo y reanudó el paseo.
—¿Qué haces hoy a las dos?
¡Mil gracias sus comentarios y por seguirme acompañando por aqui en esta historia!
Les traigo un nuevo capitulo de este fic ¡espero que lo disfruten!
Capitulo Seis
Michiru rebuscaba entre las hierbas de un puesto de Covent Garden. Eligió un ramillete de lavanda y se lo llevó a la nariz antes de colocarlo en la cesta que sostenía su amigo Haruka. Buscó el monedero en su bolso.
—Pagaré yo —Haruka dio una moneda al vendedor—. Es un regalo.
—Gracias. Eres muy bueno.
—Es un placer —repuso él.
Caminaron entre los puestos de fruta y verdura atendidos por vendedores de mejillas coloradas envueltos en lana y cuyas respiraciones formaban nubes en el aire.
—Gracias también por sacarme de casa —dijo Michiru—. A veces creo que me volveré loca sentada todo el día en el salón viendo a mi madre con sus labores de aguja.
—De nuevo, el placer es todo mío.
Ella suspiró y apartó la vista.
—Te preocupa algo —dijo él.
—¿Preocuparme? —ella volvió a mirarlo.
Haruka no era tan alto como su hermano. Era también más delgado, pero para Michiru era un amigo muy fiable y demasiado perspicaz.
—No me preocupa nada —repuso.
Él la tomó del brazo y la miró con sus bondadosos ojos azules.
—A mí no puedes engañarme, ¿sabes?
Su rostro era muy querido, muy franco… pero ella no estaba segura de poder poner en palabras lo que le preocupaba.
—¿Estás preocupada por tu madre? —preguntó él.
Ella se apartó.
—¿Por qué crees que puedo estar preocupada por mi madre?
La sonrisa de él se volvió conciliadora.
—Es una suposición.
Caminaron en silencio, ahora sin tocarse. Michiru se detuvo delante de un puesto donde había erizos en jaulas, una mascota popular porque se comía los escarabajos que plagaban las casas de Londres.
Se inclinó y tocó el hocico de una cría de erizo que asomaba entre los barrotes de su jaula. Le gustaba que Haruka nunca la presionara para que hablara, como hacía a veces su madre en su afán por querer saber todo lo que la perturbaba. Su madre, como Haruka, también notaría su turbación y, desde luego, no podía confiarse a ella.
Miró a Haruka, que se limitó a sonreír. Se incorporó.
—¡Oh, Haruka! —se colgó de su brazo y reanudó la marcha—. No sé bien lo que me preocupa.
Él le apretó la mano.
Pasaron al lado de un puesto de flores. Haruka se detuvo, compró un ramo pequeño y se lo tendió. Ella sonrió. Él siempre le estaba regalando pequeñas cosas. Era su mejor amigo y el único que tenía en Londres. Aunque se habían conocido el verano anterior, tenía la sensación de haberlo conocido toda su vida. Quizá podría hablar un poco con él.
—¿Cuánto sabes de mi familia? —preguntó.
Él no contestó de inmediato.
—Sé que tu padre murió cuando tú eras muy joven. Sé que… —vaciló y respiró hondo—. Yo crecí en Bath. Sé que lord BlackMoon… mantenía a tu familia.
Lo dijo sin asomo de censura y eso le dio a ella valor para continuar.
—Mi madre hizo muy mal en aceptar la ayuda de lord BlackMoon, pero estoy convencida de que fue debido a la gran pasión que sienten los dos.
Lo miró para ver si se mostraba tan escéptico como Seiya. Haruka parecía simplemente escuchar.
—Yo estaba acostumbrada a que visitara a mi madre de vez en cuando, pero anoche… —tragó saliva—. Creo que pasó la noche con ella porque esta mañana estaba en el desayuno. Eso me ha preocupado.
—¿Sí?
Michiru se detuvo y lo miró a los ojos.
—¿Recuerdas ayer cuando lo vimos con aquella joven?
Él asintió.
—Eso también me preocupó. Era la actriz que interpreta a Julieta. Es la que está pintando Seiya.
—¿Seiya la está pintando? —Haruka parecía sorprendido.
Ella asintió.
—Lord BlackMoon le encargó el retrato. Creo que… ella puede tener intenciones con lord BlackMoon.
—¿Qué te hace pensar eso?
—¡Oh! —ella volvió a suspirar—. Es sólo una intuición. Cuando dije que la había visto con lord BlackMoon, todos se pusieron muy raros. Seiya también estaba allí y fue el que más raro se puso.
Haruka le apartó un mechón de pelo de la mejilla y lo colocó detrás de la oreja.
—Probablemente haya otra explicación, pero vamos a proponernos descubrir cuál puede ser esa razón.
Ella sintió que la tensión la abandonaba.
—¿Tú me ayudarás?
Haruka sonrió.
—Pues claro que sí.
Michiru se agarró de su brazo de nuevo y reanudó el paseo.
—¿Qué haces hoy a las dos?
Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
Michiru llamó a la puerta de Seiya poco antes de las dos.
Seiya abrió en mangas de camisa.
—Espero que no te importe que haya traído a Haruka —Michiru entró y se quitó la capa.
—Claro que no —Seiya le estrechó la mano a Haruka—. ¿Hoy no hay clase?
—Hoy no —Haruka dejó la cesta en la mesa cerca de la puerta—. Estaba libre para acompañar a tu hermana al mercado.
—Hemos traído una lata de galletas para el té —Michiru colgó su capa—. ¿Pongo agua a hervir? —sacó la lata de la cesa y se la tendió.
—¿Se quedaran a tomar el té? —Seiya no parecía contento.
El plan que habían ideado Haruka y ella era que se quedarían a tomar el té para que Michiru pudiera tener una oportunidad mejor de valorar a la señorita Tsukino.
—Eso nos permitirá tener una conversación de verdad -Michiru entró en la cocina.
Seiya la siguió.
—Dijiste que sólo querías conocer a la señorita Tsukino.
La joven le sonrió con dulzura.
—Seria de mala educación no charlar con ella.
Haruka se acercó a Seiya.
—Mi padre te envía saludos. Ayer recibí carta suya.
Era muy propio de él crear una distracción. Michiru lo miró agradecida.
—Espero que se encuentre bien —respondió Seiya
—Muy bien de salud —Seiya señaló un lienzo extendido en el suelo—. ¿Necesitas ayuda con eso? Estoy acostumbrado a hacerlo con mi padre.
—No, ya he terminado. Sólo falta limpiar —Seiya sacó una escoba y barrió los restos de lienzo y madera que había en el suelo.
Haruka le quitó el recogedor de la mano.
—Ya me ocupo yo. ¿Hay algún sitio para dejar esto fuera?
—Fuera de la puerta de la cocina —Seiya tomó el lienzo extendido y lo colocó contra la pared.
Haruka pasó al lado de Michiru camino de la puerta.
—¿Cómo vamos? —preguntó en voz baja.
—Hasta el momento de maravilla —Michiru sacó la cabeza de la cocina—. Sólo encuentro tres tazas.
—Mira detrás de los frascos de pintura —respondió Seiya.
Ella buscó en el armario y encontró más tazas. Las colocó en la bandeja.
—¿La señorita Tsukino será puntual? Puedo echar ya el agua hirviendo.
Seiya no parecía complacido.
—Ayer llegó puntual.
Michiru respiró hondo sin dejarse desanimar.
—Tengo que acabar de vestirme —Seiya desapareció en su dormitorio.
Haruka entró desde fuera.
—Veo que nos quedamos al té.
Michiru sonrió.
—Claro que sí —llevó la bandeja de té al estudio—. Ayúdame a colocar los muebles.
Colocaron cuatro sillas en un grupo hogareño cerca de la mesa de té del centro. Michiru sacó las flores que le había comprado Haruka.
—Voy a ponerlas en un jarrón. Luego me las llevaré a casa —encontró un tarro vacío que usó a modo de jarrón y lo colocó en la mesa—. Gracias, Haruka. Tendremos tiempo de sobra para conocerla.
Seiya salió del dormitorio abrochándose la levita. Observó la escena.
—No podrán quedarse mucho, Michiru. Tengo trabajo.
Llamaron a la puerta y a Michiru le saltó el corazón a la garganta.
—Yo contesto —fue a la puerta antes de que Seiya pudiera protestar.
Cuando la abrió, vio primero a lord BlackMoon, que llevaba a la señorita Tsukino del brazo.
—¡Lord BlackMoon! —exclamó decepcionada. Aquello parecía confirmar sus miedos.
—Michiru, querida — BlackMoon le dio un beso en la mejilla y se hizo a un lado para dejar pasar a la señorita Tsukino.
Esta miró a Michiru y sonrió.
—Usted es la hermana…
—Hermana de Seiya —la interrumpió BlackMoon.
Serena miraba a Michiru.
—Recuerdo su retrato de la exposición —le tendió la mano—. Soy Serena Tsukino.
¿Recordaba el retrato? Michiru no pudo evitar sentirse halagada. Hizo una reverencia.
—Soy la señorita Michiru Kou.
—Estoy encantada de conocerla.
Lord BlackMoon se disponía a ayudarla con la capa, pero la señorita Tsukino se la quitó y la colgó en una percha al lado de la de Michiru.
Seiya se adelantó.
—Permítanme que les presente a nuestro amigo —señaló a Haruka—. Lord BlackMoon, señorita Tsukino, éste es nuestro amigo el señor Tenoh.
—Me siento muy honrado —Haruka inclinó la cabeza.
—Es un placer conocerlo —dijo la señorita Tsukino—. Creo que los vi a los dos en la calle ayer. ¿No es una coincidencia? Oh, mire, tenemos té —se volvió a Seiya—. No debería de haberse molestado.
—Lo ha hecho todo mi hermana —repuso él.
Lord BlackMoon eligió de inmediato la mejor silla y la retiró para la señorita Tsukino.
—No puedo quedarme mucho —se sentó al lado de ella.
Haruka fue a buscar una taza y una silla más mientras los demás se sentaban y Michiru empezaba a servir.
La conversación, predeciblemente, empezó por el tiempo y cómo esperaban todos que febrero llevara consigo mejores temperaturas.
La señorita Tsukino se volvió hacia Michiru.
—Permitame que le diga cómo me alegra haber visto su encantador retrato. Me dejó muy impresionada.
—Es una chica muy guapa — BlackMoon hablaba como si Michiru no estuviera sentada enfrente de él—. Creo que su belleza le conseguirá buenas proposiciones matrimoniales.
Michiru bajó la cabeza avergonzada.
Seiya lo miró de hito en hito.
—Eso, señor, son asuntos de familia.
BlackMoon le dedicó una sonrisa.
—Seiya, muchacho, tú sabes que los asuntos de tu familia son mis asuntos. Puedes estar seguro de que buscaré pretendientes para tu hermana. Mi posición me da ventaja. Conozco a las mejores personas. Me atrevo a decir que podré encontrar a más de un hombre que la encuentre aceptable.
Michiru se sonrojó intensamente.
La señorita Tsukino se echó a reír.
—Seguramente bromea, señor. Es evidente que la señorita Kou puede atraer sus propios pretendientes.
BlackMoon le lanzó una mirada paciente.
—Es lo bastante guapa, desde luego. Su aspecto y juventud harán mi trabajo más fácil, estoy seguro.
Seiya parecía a punto de explotar.
—No es su trabajo, señor.
Hasta Haruka parecía enfadado.
—Deje de decir tonterías, BlackMoon —ordenó la señorita Tsukino con buen humor—. Su broma no ha gustado. Si estuviera en el escenario, bajaría el telón y sacaría a los bailarines de ballet.
BlackMoon parecía a punto de defenderse, pero la señorita Tsukino miró a Michiru.
—Digame, señorita Kou, ¿ha visto alguna revista de moda este mes? Parece que se llevan los vestidos con frunces en el dobladillo, cosa que adoro. Tengo que encargar uno.
Michiru comprendió que había cambiado deliberadamente de tema.
—Creo que es un buen cambio —dijo. Miró a Haruka—. ¿No te parece?
Este estuvo a la altura de las circunstancias.
—Es como los cambios que vemos ahora en las artes decorativas. Una nueva tendencia.
—Haruka es estudiante de arquitectura en la Real Academia —explicó Michiru a la señorita Tsukino.
Seiya miró a lord BlackMoon, pero su expresión seguía siendo rígida.
—El señor Tenoh es hijo de sir Artemis. ¿Conocéis a sir Artemis, el artista de retratos de Bath?
—¿El hombre que te metió en este negocio? —el tono de BlackMoon era despreciativo—. ¿El que pinta a gente que va a tomar las aguas?
—Es miembro de la Real Academia —Seiya parecía de nuevo furioso.
—Los sombreros… —la señorita Tsukino volvió a mirar a Michiru—. ¿Qué sabe de lo último en sombreros?
Michiru no sabía nada de sombreros, pero charló de cintas, encajes y modelos hasta que lord BlackMoon se puso en pie.
—Debo atender un asunto importante —hizo una inclinación de cabeza a Michiru y otra, más pronunciada a la señorita Tsukino—. Perdone que me retire.
Seiya se puso en pie, pero no hizo ademán de acompañarlo a la puerta. La señorita Tsukino siguió hablando de sombreros. Cuando se cerró la puerta detrás de lord BlackMoon, abandonó bruscamente el tema.
Cuando Seiya volvió a sentarse, ella levantó su taza.
—Esto es encantador —tomó un sorbo de té y miró de soslayo a Seiya—. ¿Ha mostrado nuestro trabajo a su hermana y el señor Tenoh?
—No —Seiya seguía con el ceño fruncido.
—Oh, muéstreselos —le suplicó ella—. Me gustaría mucho oír su opinión.
Seiya seguía hirviendo por dentro por los comentarios de BlackMoon sobre Michiru. La audacia de aquel hombre al asumir que tenía algún derecho a organizar la vida de Michiru lo sublevaba. Se levantó de mala gana.
—Los bocetos están en la habitación de atrás. Voy a buscarlos.
Entró en su dormitorio.
¿ BlackMoon pensaba que un hombre elegido por él sería aceptable para Michiru? Seiya recordaba a los hombres con los que se trataba en el ejército, hombres como él, más preocupados por su propia ambición que por el bien de los hombres que servían a sus órdenes.
Abrió el baúl grande donde guardaba sus dibujos y revisó el montón que había dibujado el día anterior, del que seleccionó sólo diez. Cuando devolvía los demás al baúl, se fijó en un sobre grande de cuero que sobresalía debajo de muchos otros dibujos hechos por él. Era el sobre que contenía sus dibujos de la guerra, de Badajoz.
Cerró los ojos, pues las imágenes de aquella noche volvían a pasar por su mente, tan vividas como la noche anterior. Zafiro merecía ser castigado por aquello y BlackMoon merecía la vergüenza de tener un hijo así.
Bajó la tapa del baúl. Yaten, Taiki y él habían elegido guardar aquel secreto. Seiya había dado su palabra.
Se preguntó de nuevo qué habría sido de la mujer francesa y de su hijo. ¿Había conseguido Taiki encontrarles un lugar seguro? ¿Habían sobrevivido a la guerra? ¿Soñaban con aquella noche como soñaba él?
Apartó aquellos pensamientos de su mente y volvió al estudio con los bocetos del día anterior. Haruka retiró la bandeja del té y las flores y Seiya colocó los dibujos en la mesa.
Los mostró uno por uno y la animada discusión que suscitaron lo devolvió al mundo que era su refugio. El mundo de su arte.
—Me gusta la figura reclinada —dijo Haruka—. Su composición es muy agradable, recuerda a las Venus de Ticiano.
La señorita Tsukino se echó a reír.
—¡Señor Tenoh! Esos cuadros muestran a Venus sin ropa. He visto los grabados.
Haruka se sonrojó.
—Me refería a la composición, la pose. Ella puso una mano en la de él.
—Sé a lo que se refiere —miró a Seiya—. Imagine que comparen su trabajo con el de Ticiano.
Seiya movió la cabeza.
—Dudo mucho que ocurra eso —miró el dibujo de Serena reclinada y no pudo evitar imaginarla como la Venus desnuda de Ticiano.
—Es lo bastante bueno para eso —repuso Serena
Él levantó la cabeza y sus ojos se encontraron.
Michiru señaló el dibujo.
—Es muy agradable, pero no hay nada en él que indique que es Cleopatra. Pensaba que la iban a pintar como Cleopatra.
Su comentario se acercaba mucho al de BlackMoon del día anterior.
—Esto es solamente él primer paso —repuso Seiya, tenso.
Serena tomó el dibujo.
—No tengo ni idea de qué aspecto debe tener una reina egipcia —miró a Seiya—. ¿No sería espléndido que yo pareciera una?
—Debe tener trajes en el teatro —intervino Michiru.
—Supongo que sí —Serena apartó la vista pensativa—. Me encantaría parecer recién salida de un jarrón egipcio.
Mientras hablaban, el cuadro empezaba a cobrar forma en la mente de Seiya. Serena envuelta en ropa elegante, con joyas de oro adornando su cuello y muñecas, la chaise longue convertida en un sofá egipcio con pirámides al fondo.
—Hay grabados de frisos y esculturas egipcias que podemos ver en la Real Academia —dijo Haruka—. Si lo desean, podemos verlos hoy.
—¿Usted podría organizar eso? —le preguntó Serena.
—Pues claro que sí —Michiru se puso en pie—. Vamos ahora mismo. ¿Podemos ir, Seiya?
A éste le gustaba la idea de usar imágenes de verdad de la época para preparar su trabajo.
—Dame tiempo para coger un cuaderno de dibujo y un lápiz.
Poco después bajaban por el Strand hacia Somerset House, con el viento del Támesis agitando las faldas de las damas y amenazando con arrancarle el sombrero a Seiya. Haruka y Michiru iban delante, conversando con las cabezas juntas.
Seiya oyó un trozo de esa conversación.
—No ha sido para nada como esperaba…
Sospechó que Michiru hablaba de su encuentro con Serena. Tenía que haber anticipado que BlackMoon llegaría con ella. Sin duda aquel retrato era sólo una parte más de la persecución amorosa de BlackMoon. ¿Le había hecho ya otros regalos?
El comportamiento de Serena con él era un rompecabezas. Parecía ignorarlo, excepto cuando intervino para cambiar el tema del casamiento de Michiru. ¡Qué audacia la de aquel hombre!
Serena se agarró de su brazo.
—Esos dos parecen muy felices —señaló—. Me atrevería a decir que sería innecesario buscarle un pretendiente a Michiru.
—¿Qué quiere decir?
—Esos dos —ella señaló a Michiru y Haruka con la cabeza—. Sin duda están enamorados.
Seiya los miró atónito.
—Son amigos. Haruka es nuestro único amigo en Londres.
—No es su único amigo —murmuró ella.
—¿Quién más? —preguntó él.
Serena le lanzó una mirada decepcionada.
—¿ BlackMoon no es su amigo? —preguntó un rato después—. Él dice que sí.
Seiya se puso rígido.
—No es amigo.
Ella le apretó el brazo.
—Seiya, Seiya. Hace que le quiera preguntar qué pasa entre él y usted, pero dudo que me lo diga.
Él apretó los dientes.
—Es un tema privado —dijo.
Su humor se volvió sombrío. No podía quitarse de la cabeza la imagen de BlackMoon sentado en la mesa de desayuno de su madre. No era la primera vez que BlackMoon había usado a su madre de aquel modo, pero esa vez ella no debería haberse hecho ilusiones.
—Siempre que aparece BlackMoon en persona o en la conversación, se pone sombrío —dijo Serena—. ¿Lo sabía?
Él la miró.
—Perdoneme. Me esforzaré por resultar más divertido —dijo con sarcasmo.
Ella le dio un golpecito en el brazo.
—Basta. Yo no quiero eso —caminaron unos pasos más—. Me gusta, Seiya. Quiero ser su amiga. Piense lo agradable que serían nuestros momentos juntos si fuéramos amigos.
—Entre nosotros hay una cuestión de trabajo —repuso él—. Nada más.
—Para mí sí es algo más —replicó ella—. Es mi futuro y creo que también el suyo. Quiero que este retrato me ayude a causar sensación en los escenarios de Londres. Y usted debe contar con él para conseguir más encargos. Los dos queremos el dinero y la atención que nos puede traer ese retrato.
—Eso sigue siendo trabajo, Serena.
Ella abrió mucho los ojos y sonrió. Seiya se dio cuenta entonces de que la había llamado por su nombre de pila, traicionando así sus palabras sobre el trabajo.
—Seiya —dijo ella, como para confirmar su desliz—. Tus dibujos son buenos, pero no excepcionales. Te estás conteniendo. Yo salgo plana, como si fuera una muñeca. Puedes hacerlo mejor; te he visto hacerlo mejor. Pero para eso tenemos que eliminar esta barrera que hay entre nosotros.
—Tonterías. No hay barrera —en su interior sabía que ella tenía razón.
—La barrera es BlackMoon —dijo ella.
—Entonces es una barrera invencible —replicó él—. BlackMoon paga el retrato. Es tan parte de él como tú y yo —dijo, aceptando el tuteo.
Ella se colocó ante él, obligándolo a detenerse.
—El dinero no lo convierte en parte de esto —le puso ambas manos en los brazos—. Él no es nada para mí, Seiya.
La capucha de su capa cayó hacia atrás y su rostro quedó bañado en una luz suave, difuminada por las nubes que oscurecían el sol. Mechones de pelo dorado golpeaban sus mejillas y los ojos que él sabía azules se habían convertido en celestes por el reflejo del cielo. Sus ojos le suplicaban y ella se puso de puntillas, acercándose aún más.
Seiya le miró los labios. Intentó memorizar su color en la tarde nublada, más violeta que rosa. Bajó la cabeza y se fijó en la longitud de sus pestañas oscuras y curvadas.
Sus manos se posaron en la cintura de ella. Pasó un carruaje y Seiya se apartó, sacado de su ensoñación.
Miró hacia delante y vio que Michiru y Haruka estaban ya a bastante distancia.
—Tenemos que seguir —dijo.
Ella lo retuvo.
—¿Podemos ser amigos, pues? ¿Olvidarnos de BlackMoon cuando estemos juntos y disfrutar?
Él la miró, sabiendo ya que deseaba de ella algo más que amistad.
Olvidarse de BlackMoon sería difícil, pero mucho más fácil que resistir el deseo que ella suscitaba en él. Pero ella se lo suplicaba y él no podía negarle nada en aquel momento.
—Muy bien, Serena —la miró de nuevo a los ojos—. Lo intentaré.
¡Ah! Casi tuvimos un beso entre Serena y Seiya pero bueno, lo importante es que ya se tutean ahora que son amigos
¿Como continuara la relación entre ellos? Ya lo veremos en el proximo capitulo
Me despido de ustedes por ahora. Como siempre, no olviden dejar sus comentarios, dudas, quejas o sugerencias que tengan. Nos vemos en el proximo capitulo
XOXO
Serenity
Seiya abrió en mangas de camisa.
—Espero que no te importe que haya traído a Haruka —Michiru entró y se quitó la capa.
—Claro que no —Seiya le estrechó la mano a Haruka—. ¿Hoy no hay clase?
—Hoy no —Haruka dejó la cesta en la mesa cerca de la puerta—. Estaba libre para acompañar a tu hermana al mercado.
—Hemos traído una lata de galletas para el té —Michiru colgó su capa—. ¿Pongo agua a hervir? —sacó la lata de la cesa y se la tendió.
—¿Se quedaran a tomar el té? —Seiya no parecía contento.
El plan que habían ideado Haruka y ella era que se quedarían a tomar el té para que Michiru pudiera tener una oportunidad mejor de valorar a la señorita Tsukino.
—Eso nos permitirá tener una conversación de verdad -Michiru entró en la cocina.
Seiya la siguió.
—Dijiste que sólo querías conocer a la señorita Tsukino.
La joven le sonrió con dulzura.
—Seria de mala educación no charlar con ella.
Haruka se acercó a Seiya.
—Mi padre te envía saludos. Ayer recibí carta suya.
Era muy propio de él crear una distracción. Michiru lo miró agradecida.
—Espero que se encuentre bien —respondió Seiya
—Muy bien de salud —Seiya señaló un lienzo extendido en el suelo—. ¿Necesitas ayuda con eso? Estoy acostumbrado a hacerlo con mi padre.
—No, ya he terminado. Sólo falta limpiar —Seiya sacó una escoba y barrió los restos de lienzo y madera que había en el suelo.
Haruka le quitó el recogedor de la mano.
—Ya me ocupo yo. ¿Hay algún sitio para dejar esto fuera?
—Fuera de la puerta de la cocina —Seiya tomó el lienzo extendido y lo colocó contra la pared.
Haruka pasó al lado de Michiru camino de la puerta.
—¿Cómo vamos? —preguntó en voz baja.
—Hasta el momento de maravilla —Michiru sacó la cabeza de la cocina—. Sólo encuentro tres tazas.
—Mira detrás de los frascos de pintura —respondió Seiya.
Ella buscó en el armario y encontró más tazas. Las colocó en la bandeja.
—¿La señorita Tsukino será puntual? Puedo echar ya el agua hirviendo.
Seiya no parecía complacido.
—Ayer llegó puntual.
Michiru respiró hondo sin dejarse desanimar.
—Tengo que acabar de vestirme —Seiya desapareció en su dormitorio.
Haruka entró desde fuera.
—Veo que nos quedamos al té.
Michiru sonrió.
—Claro que sí —llevó la bandeja de té al estudio—. Ayúdame a colocar los muebles.
Colocaron cuatro sillas en un grupo hogareño cerca de la mesa de té del centro. Michiru sacó las flores que le había comprado Haruka.
—Voy a ponerlas en un jarrón. Luego me las llevaré a casa —encontró un tarro vacío que usó a modo de jarrón y lo colocó en la mesa—. Gracias, Haruka. Tendremos tiempo de sobra para conocerla.
Seiya salió del dormitorio abrochándose la levita. Observó la escena.
—No podrán quedarse mucho, Michiru. Tengo trabajo.
Llamaron a la puerta y a Michiru le saltó el corazón a la garganta.
—Yo contesto —fue a la puerta antes de que Seiya pudiera protestar.
Cuando la abrió, vio primero a lord BlackMoon, que llevaba a la señorita Tsukino del brazo.
—¡Lord BlackMoon! —exclamó decepcionada. Aquello parecía confirmar sus miedos.
—Michiru, querida — BlackMoon le dio un beso en la mejilla y se hizo a un lado para dejar pasar a la señorita Tsukino.
Esta miró a Michiru y sonrió.
—Usted es la hermana…
—Hermana de Seiya —la interrumpió BlackMoon.
Serena miraba a Michiru.
—Recuerdo su retrato de la exposición —le tendió la mano—. Soy Serena Tsukino.
¿Recordaba el retrato? Michiru no pudo evitar sentirse halagada. Hizo una reverencia.
—Soy la señorita Michiru Kou.
—Estoy encantada de conocerla.
Lord BlackMoon se disponía a ayudarla con la capa, pero la señorita Tsukino se la quitó y la colgó en una percha al lado de la de Michiru.
Seiya se adelantó.
—Permítanme que les presente a nuestro amigo —señaló a Haruka—. Lord BlackMoon, señorita Tsukino, éste es nuestro amigo el señor Tenoh.
—Me siento muy honrado —Haruka inclinó la cabeza.
—Es un placer conocerlo —dijo la señorita Tsukino—. Creo que los vi a los dos en la calle ayer. ¿No es una coincidencia? Oh, mire, tenemos té —se volvió a Seiya—. No debería de haberse molestado.
—Lo ha hecho todo mi hermana —repuso él.
Lord BlackMoon eligió de inmediato la mejor silla y la retiró para la señorita Tsukino.
—No puedo quedarme mucho —se sentó al lado de ella.
Haruka fue a buscar una taza y una silla más mientras los demás se sentaban y Michiru empezaba a servir.
La conversación, predeciblemente, empezó por el tiempo y cómo esperaban todos que febrero llevara consigo mejores temperaturas.
La señorita Tsukino se volvió hacia Michiru.
—Permitame que le diga cómo me alegra haber visto su encantador retrato. Me dejó muy impresionada.
—Es una chica muy guapa — BlackMoon hablaba como si Michiru no estuviera sentada enfrente de él—. Creo que su belleza le conseguirá buenas proposiciones matrimoniales.
Michiru bajó la cabeza avergonzada.
Seiya lo miró de hito en hito.
—Eso, señor, son asuntos de familia.
BlackMoon le dedicó una sonrisa.
—Seiya, muchacho, tú sabes que los asuntos de tu familia son mis asuntos. Puedes estar seguro de que buscaré pretendientes para tu hermana. Mi posición me da ventaja. Conozco a las mejores personas. Me atrevo a decir que podré encontrar a más de un hombre que la encuentre aceptable.
Michiru se sonrojó intensamente.
La señorita Tsukino se echó a reír.
—Seguramente bromea, señor. Es evidente que la señorita Kou puede atraer sus propios pretendientes.
BlackMoon le lanzó una mirada paciente.
—Es lo bastante guapa, desde luego. Su aspecto y juventud harán mi trabajo más fácil, estoy seguro.
Seiya parecía a punto de explotar.
—No es su trabajo, señor.
Hasta Haruka parecía enfadado.
—Deje de decir tonterías, BlackMoon —ordenó la señorita Tsukino con buen humor—. Su broma no ha gustado. Si estuviera en el escenario, bajaría el telón y sacaría a los bailarines de ballet.
BlackMoon parecía a punto de defenderse, pero la señorita Tsukino miró a Michiru.
—Digame, señorita Kou, ¿ha visto alguna revista de moda este mes? Parece que se llevan los vestidos con frunces en el dobladillo, cosa que adoro. Tengo que encargar uno.
Michiru comprendió que había cambiado deliberadamente de tema.
—Creo que es un buen cambio —dijo. Miró a Haruka—. ¿No te parece?
Este estuvo a la altura de las circunstancias.
—Es como los cambios que vemos ahora en las artes decorativas. Una nueva tendencia.
—Haruka es estudiante de arquitectura en la Real Academia —explicó Michiru a la señorita Tsukino.
Seiya miró a lord BlackMoon, pero su expresión seguía siendo rígida.
—El señor Tenoh es hijo de sir Artemis. ¿Conocéis a sir Artemis, el artista de retratos de Bath?
—¿El hombre que te metió en este negocio? —el tono de BlackMoon era despreciativo—. ¿El que pinta a gente que va a tomar las aguas?
—Es miembro de la Real Academia —Seiya parecía de nuevo furioso.
—Los sombreros… —la señorita Tsukino volvió a mirar a Michiru—. ¿Qué sabe de lo último en sombreros?
Michiru no sabía nada de sombreros, pero charló de cintas, encajes y modelos hasta que lord BlackMoon se puso en pie.
—Debo atender un asunto importante —hizo una inclinación de cabeza a Michiru y otra, más pronunciada a la señorita Tsukino—. Perdone que me retire.
Seiya se puso en pie, pero no hizo ademán de acompañarlo a la puerta. La señorita Tsukino siguió hablando de sombreros. Cuando se cerró la puerta detrás de lord BlackMoon, abandonó bruscamente el tema.
Cuando Seiya volvió a sentarse, ella levantó su taza.
—Esto es encantador —tomó un sorbo de té y miró de soslayo a Seiya—. ¿Ha mostrado nuestro trabajo a su hermana y el señor Tenoh?
—No —Seiya seguía con el ceño fruncido.
—Oh, muéstreselos —le suplicó ella—. Me gustaría mucho oír su opinión.
Seiya seguía hirviendo por dentro por los comentarios de BlackMoon sobre Michiru. La audacia de aquel hombre al asumir que tenía algún derecho a organizar la vida de Michiru lo sublevaba. Se levantó de mala gana.
—Los bocetos están en la habitación de atrás. Voy a buscarlos.
Entró en su dormitorio.
¿ BlackMoon pensaba que un hombre elegido por él sería aceptable para Michiru? Seiya recordaba a los hombres con los que se trataba en el ejército, hombres como él, más preocupados por su propia ambición que por el bien de los hombres que servían a sus órdenes.
Abrió el baúl grande donde guardaba sus dibujos y revisó el montón que había dibujado el día anterior, del que seleccionó sólo diez. Cuando devolvía los demás al baúl, se fijó en un sobre grande de cuero que sobresalía debajo de muchos otros dibujos hechos por él. Era el sobre que contenía sus dibujos de la guerra, de Badajoz.
Cerró los ojos, pues las imágenes de aquella noche volvían a pasar por su mente, tan vividas como la noche anterior. Zafiro merecía ser castigado por aquello y BlackMoon merecía la vergüenza de tener un hijo así.
Bajó la tapa del baúl. Yaten, Taiki y él habían elegido guardar aquel secreto. Seiya había dado su palabra.
Se preguntó de nuevo qué habría sido de la mujer francesa y de su hijo. ¿Había conseguido Taiki encontrarles un lugar seguro? ¿Habían sobrevivido a la guerra? ¿Soñaban con aquella noche como soñaba él?
Apartó aquellos pensamientos de su mente y volvió al estudio con los bocetos del día anterior. Haruka retiró la bandeja del té y las flores y Seiya colocó los dibujos en la mesa.
Los mostró uno por uno y la animada discusión que suscitaron lo devolvió al mundo que era su refugio. El mundo de su arte.
—Me gusta la figura reclinada —dijo Haruka—. Su composición es muy agradable, recuerda a las Venus de Ticiano.
La señorita Tsukino se echó a reír.
—¡Señor Tenoh! Esos cuadros muestran a Venus sin ropa. He visto los grabados.
Haruka se sonrojó.
—Me refería a la composición, la pose. Ella puso una mano en la de él.
—Sé a lo que se refiere —miró a Seiya—. Imagine que comparen su trabajo con el de Ticiano.
Seiya movió la cabeza.
—Dudo mucho que ocurra eso —miró el dibujo de Serena reclinada y no pudo evitar imaginarla como la Venus desnuda de Ticiano.
—Es lo bastante bueno para eso —repuso Serena
Él levantó la cabeza y sus ojos se encontraron.
Michiru señaló el dibujo.
—Es muy agradable, pero no hay nada en él que indique que es Cleopatra. Pensaba que la iban a pintar como Cleopatra.
Su comentario se acercaba mucho al de BlackMoon del día anterior.
—Esto es solamente él primer paso —repuso Seiya, tenso.
Serena tomó el dibujo.
—No tengo ni idea de qué aspecto debe tener una reina egipcia —miró a Seiya—. ¿No sería espléndido que yo pareciera una?
—Debe tener trajes en el teatro —intervino Michiru.
—Supongo que sí —Serena apartó la vista pensativa—. Me encantaría parecer recién salida de un jarrón egipcio.
Mientras hablaban, el cuadro empezaba a cobrar forma en la mente de Seiya. Serena envuelta en ropa elegante, con joyas de oro adornando su cuello y muñecas, la chaise longue convertida en un sofá egipcio con pirámides al fondo.
—Hay grabados de frisos y esculturas egipcias que podemos ver en la Real Academia —dijo Haruka—. Si lo desean, podemos verlos hoy.
—¿Usted podría organizar eso? —le preguntó Serena.
—Pues claro que sí —Michiru se puso en pie—. Vamos ahora mismo. ¿Podemos ir, Seiya?
A éste le gustaba la idea de usar imágenes de verdad de la época para preparar su trabajo.
—Dame tiempo para coger un cuaderno de dibujo y un lápiz.
Poco después bajaban por el Strand hacia Somerset House, con el viento del Támesis agitando las faldas de las damas y amenazando con arrancarle el sombrero a Seiya. Haruka y Michiru iban delante, conversando con las cabezas juntas.
Seiya oyó un trozo de esa conversación.
—No ha sido para nada como esperaba…
Sospechó que Michiru hablaba de su encuentro con Serena. Tenía que haber anticipado que BlackMoon llegaría con ella. Sin duda aquel retrato era sólo una parte más de la persecución amorosa de BlackMoon. ¿Le había hecho ya otros regalos?
El comportamiento de Serena con él era un rompecabezas. Parecía ignorarlo, excepto cuando intervino para cambiar el tema del casamiento de Michiru. ¡Qué audacia la de aquel hombre!
Serena se agarró de su brazo.
—Esos dos parecen muy felices —señaló—. Me atrevería a decir que sería innecesario buscarle un pretendiente a Michiru.
—¿Qué quiere decir?
—Esos dos —ella señaló a Michiru y Haruka con la cabeza—. Sin duda están enamorados.
Seiya los miró atónito.
—Son amigos. Haruka es nuestro único amigo en Londres.
—No es su único amigo —murmuró ella.
—¿Quién más? —preguntó él.
Serena le lanzó una mirada decepcionada.
—¿ BlackMoon no es su amigo? —preguntó un rato después—. Él dice que sí.
Seiya se puso rígido.
—No es amigo.
Ella le apretó el brazo.
—Seiya, Seiya. Hace que le quiera preguntar qué pasa entre él y usted, pero dudo que me lo diga.
Él apretó los dientes.
—Es un tema privado —dijo.
Su humor se volvió sombrío. No podía quitarse de la cabeza la imagen de BlackMoon sentado en la mesa de desayuno de su madre. No era la primera vez que BlackMoon había usado a su madre de aquel modo, pero esa vez ella no debería haberse hecho ilusiones.
—Siempre que aparece BlackMoon en persona o en la conversación, se pone sombrío —dijo Serena—. ¿Lo sabía?
Él la miró.
—Perdoneme. Me esforzaré por resultar más divertido —dijo con sarcasmo.
Ella le dio un golpecito en el brazo.
—Basta. Yo no quiero eso —caminaron unos pasos más—. Me gusta, Seiya. Quiero ser su amiga. Piense lo agradable que serían nuestros momentos juntos si fuéramos amigos.
—Entre nosotros hay una cuestión de trabajo —repuso él—. Nada más.
—Para mí sí es algo más —replicó ella—. Es mi futuro y creo que también el suyo. Quiero que este retrato me ayude a causar sensación en los escenarios de Londres. Y usted debe contar con él para conseguir más encargos. Los dos queremos el dinero y la atención que nos puede traer ese retrato.
—Eso sigue siendo trabajo, Serena.
Ella abrió mucho los ojos y sonrió. Seiya se dio cuenta entonces de que la había llamado por su nombre de pila, traicionando así sus palabras sobre el trabajo.
—Seiya —dijo ella, como para confirmar su desliz—. Tus dibujos son buenos, pero no excepcionales. Te estás conteniendo. Yo salgo plana, como si fuera una muñeca. Puedes hacerlo mejor; te he visto hacerlo mejor. Pero para eso tenemos que eliminar esta barrera que hay entre nosotros.
—Tonterías. No hay barrera —en su interior sabía que ella tenía razón.
—La barrera es BlackMoon —dijo ella.
—Entonces es una barrera invencible —replicó él—. BlackMoon paga el retrato. Es tan parte de él como tú y yo —dijo, aceptando el tuteo.
Ella se colocó ante él, obligándolo a detenerse.
—El dinero no lo convierte en parte de esto —le puso ambas manos en los brazos—. Él no es nada para mí, Seiya.
La capucha de su capa cayó hacia atrás y su rostro quedó bañado en una luz suave, difuminada por las nubes que oscurecían el sol. Mechones de pelo dorado golpeaban sus mejillas y los ojos que él sabía azules se habían convertido en celestes por el reflejo del cielo. Sus ojos le suplicaban y ella se puso de puntillas, acercándose aún más.
Seiya le miró los labios. Intentó memorizar su color en la tarde nublada, más violeta que rosa. Bajó la cabeza y se fijó en la longitud de sus pestañas oscuras y curvadas.
Sus manos se posaron en la cintura de ella. Pasó un carruaje y Seiya se apartó, sacado de su ensoñación.
Miró hacia delante y vio que Michiru y Haruka estaban ya a bastante distancia.
—Tenemos que seguir —dijo.
Ella lo retuvo.
—¿Podemos ser amigos, pues? ¿Olvidarnos de BlackMoon cuando estemos juntos y disfrutar?
Él la miró, sabiendo ya que deseaba de ella algo más que amistad.
Olvidarse de BlackMoon sería difícil, pero mucho más fácil que resistir el deseo que ella suscitaba en él. Pero ella se lo suplicaba y él no podía negarle nada en aquel momento.
—Muy bien, Serena —la miró de nuevo a los ojos—. Lo intentaré.
¡Ah! Casi tuvimos un beso entre Serena y Seiya pero bueno, lo importante es que ya se tutean ahora que son amigos
¿Como continuara la relación entre ellos? Ya lo veremos en el proximo capitulo
Me despido de ustedes por ahora. Como siempre, no olviden dejar sus comentarios, dudas, quejas o sugerencias que tengan. Nos vemos en el proximo capitulo
XOXO
Serenity
Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
hay ese maldito blackmoon me despiertan mis deseos de matar maldito como se atreve a habalar asi de michiru aaa que desgraciado ojala haru no deje que se meta y la mama anda gobernada por el asiq ue ojala no le de pie para que haga lo que se le de la gana con michiru y wouuu ese casi beso estuvo a punto ufff por Dios como nos haces esto jejejeje en fin espero el siugiente con ansias
Y POR FIN SOY LA PRIMERA EN COMENTAR WIIIIIII
Y POR FIN SOY LA PRIMERA EN COMENTAR WIIIIIII
Usagi13- Princesa Fireball
- Mensajes : 1323
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
Hola!!! Muy cierto... Como es posible que no fuera eliminado en la guerra... Ahí que se yo un rayo pudo caerle, no?
Que linda la relación entre michiru y haruka, como amigos se empieza seiya! Imagino que ni le habia pasado por la mente que esten enamorados.. Bueno creo que ni ellos lo han descubierto, pero si se noto que al comentario del mugre señor lo molesto, y que habilidad de serena para cambiar de tema y dejar fuera al don ese, pues vaya que se fue... Y pudieron ser ellos mismos para animarse y dar ideas a seiya para su pintura..
Grrr que cólera con ese carruaje, yo se que serena queria ese beso que casi se dan, además mas clara no pudo ser al decirle el no es nada para mi seiya, ahí que emoción...
Me encanto
Saludos
Que linda la relación entre michiru y haruka, como amigos se empieza seiya! Imagino que ni le habia pasado por la mente que esten enamorados.. Bueno creo que ni ellos lo han descubierto, pero si se noto que al comentario del mugre señor lo molesto, y que habilidad de serena para cambiar de tema y dejar fuera al don ese, pues vaya que se fue... Y pudieron ser ellos mismos para animarse y dar ideas a seiya para su pintura..
Grrr que cólera con ese carruaje, yo se que serena queria ese beso que casi se dan, además mas clara no pudo ser al decirle el no es nada para mi seiya, ahí que emoción...
Me encanto
Saludos
stgrani- Reina Serenity
- Mensajes : 1790
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
mmm haaaaaaaaaaaa que emocion ajja crei, pense, presenti, senti queria que se besaran pero no haaaa, espero que pronto se de ese beso, esa serena me encanta, ese caracter tan desidido, amo a haruka cada vez mas, que lindo y que amor tan tierno entre michiru y haruka, espero el siguiente capitulo y que sea mas largo, los quiero largos este estuvo muy corto. se, se, se, mas, mas okis, cuidate y saludos amix.
wendykou- Sailor Outer Scout
- Mensajes : 382
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
exelente casi un beso entre serena y seya y ese blackmoon..no se como terminara en tu fic jojojojo
pandita- Sailor Outer Scout
- Mensajes : 427
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
BLAKMOON TE QUIERO MATAR!!! PERO QUE MANERA DE HABLAR ASI DE MICHIRU, Y NO TIENES LA NECESIDAD DE ESCOGERLE CON QUIEN SE CASE, ELLA TOMARA SU DECISION Y OJALA SEA CON HARUKA, HACEN UNA HERMOSA PAREJA!
Y ESA CASI BESO, OH POR DIOS!!!, TUVO QUE PASAR ESE CARRUAJE E INTERRUMPIR ESE MARAVOLLOSO MOMENTO!, PERO OJALA HAYA UNO PRONTO JEJE
SERENITY EN REALIDAD ME ENCANTA TU HISTORIA, FELICIDADES
SALUDOS!
Y ESA CASI BESO, OH POR DIOS!!!, TUVO QUE PASAR ESE CARRUAJE E INTERRUMPIR ESE MARAVOLLOSO MOMENTO!, PERO OJALA HAYA UNO PRONTO JEJE
SERENITY EN REALIDAD ME ENCANTA TU HISTORIA, FELICIDADES
SALUDOS!
caterine- Sailor Scout
- Mensajes : 72
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Re: Mujer Prohibida [S/S] UA - Terminado
Que horror ese blackmoon se cree el padre de michiru o que..??? Se que era costumbre escoger a los esposos de las jovenes, pero eso no le corresponde a blackmoon... Que buen grupo hacen los 4... Me encanta que seiya haya aceptado ser amigo de serena, y ese momento que tuvieron, espero que pronto se de ese beso, es evidente que ambos se gustan, lastima que este ese blackmoon en el medio, ya veremos como se iran dando las cosas... Como siempre excelente amiga..!!! Ojala actualices pronto..!!! Cuidate..!!!
sailory- Princesa Serena
- Mensajes : 835
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