Unidos por el Destino [H/M] PFF

Michiru estaba sentada en uno de los sofás de la sala haciéndose mil preguntas tenía la mirada perdida en la nada, no observaba nada, no miraba nada, solo un punto blanco imaginario en la pared de color crema de la sala de su casa.

Ya eran las 11.30 de aquella noche en la que no había sabido más nada de la rubia, y no había pronunciado palabra hacía más de 3 horas, estaba como muerta en vida, como si solo respirara porque era obligación hacerlo, a pesar de que su madre le había traído unas tazas de té para hacerla salir del trance en el que se encontraba sus intentos eran en vano, cada vez que intentaba hablarle a la chica de pelos marinos recibía un silencio como respuesta, y Takeshi no se había atrevido a acercarse a ella durante toda la noche. Antes de que hiciera algún intento por llamar su atención fue a su habitación, donde encontró su celular y respondió la llamada de Serena. “Que suerte!” Dijo, al colgar con Serena. “Será mejor que Mich se olvide de sus amiguitas por ahora y se dedique completamente a nuestra boda”, dijo apagando el dispositivo. “Haruka va a pagar una a una el haberme alejado de mi prometida, y tratar de ocupar el lugar que me pertenece” Vio alrededor de la habitación y fue hacia una de las mesitas de noche donde había una foto de las dos.

Haruka y Michiru se veían muy felices, la foto que observaba Takeshi irradiaba alegría por parte de la delicada mujer de cabellos largos y la rubia se veía llena de picardía, eran las dos, abrazadas, Haruka detrás de Michiru sosteniéndola por la cintura como si nunca más la fuese a soltar y detrás las flores otoñales cayendo como solían hacerlo adornando cálidamente aquella imagen.

Takeshi se llenó de ira una vez más y tomó el cuadro fuerte con sus manos haciendo que el vidrio se quebrase justo en la cara de la rubia. Tomo aquel cuadro y lo volteó contra el piso de la mesita de noche. Luego se fijó que la el cajón de aquella mesita estaba semi abierto, y la curiosidad lo superó. Lo abrió y vio aquel espejo. Lo observó detenidamente, centímetro a centímetro, era bastante extraño, pero sabía lo vanidosa que era la violinista, por lo que no le extraño aquel objeto. O por lo menos no fue así hasta que se vió en el, un par de minutos, y luego pasó. Una imagen de Haruka atada se visualizó levemente y luego desapareció como si la borraran las ondas del mar. Luego el espejo tomó su aspecto normal. El corazón del sujeto se aceleró increíblemente y pensó ‘Creo que mi imaginación ya está jugando conmigo’. Se tomó la cabeza con una mano y colocó el espejo a un lado de la cama. Otro objeto le llamó la atención en ese cajón. Era una pluma, pero no era cualquiera, era la pluma de transformación de la que solía ser Sailor Neptune. Antes de tomarla escuchó una voz en la puerta de la habitación.

“¿Qué haces Takeshi? Michiru te está esperando en la sala, no deberías estar aquí registrando sus cosas. Si quieres que todo salga bien entre los dos, lo mejor será que te olvides de su pasado y te concentres en hacerla feliz.” Era Setsuna, quien se acercó al chico y vió la pluma de transformación en el cajón de la mesita de noche y el espejo de la violinista junto al chico, esto la alertó de inmediato. “Ah! Y lo mejor será que respetes su espacio, estoy segura que no le gustaría enterarse que andas rebuscando entre sus cajones” Al decir esto cerró el mismo y tomó el espejo entre sus manos, colocándolo detrás de si mientras esperaba a que el chico se retirara de la habitación. Luego de esto, se quedó viendo detenidamente el espejo, el cual mostró unas leves ondas de mar, pero no más. “¿Estará tratando de decir algo?” Lo mejor será entregárselo a Michiru. Creo que más nadie que ella sabe bien como usar esto.

En la sala, el chico de cabellos castaños se acercó a la violinista, y poco a poco fue cerrando distancia entre ambos, pasó uno de sus brazos hasta el otro hombro de la chica tratando de demostrarle que estaba con ella y abrazándola la llevo contra sí. Michiru no soportó más y quebró en llanto. Nunca la había visto llorando como aquella noche. Y ella tan solo pensaba ‘¿Por qué? … Eres una tonta Michiru, si todo fue tu culpa! No la puedo juzgar por irse de mi lado, si yo misma la iba a abandonar casarme con Takeshi y así hacerlos a todos felices… Pero me olvidé de ti, que eres mi felicidad…’ “¿Donde estás?” Dijo entre sollozos, sin percatarse que quien la estaba consolando en aquel momento era Takeshi, y realmente era lo que menos le importaba. Toda esa presión, todo lo que sentía, era como si no pudiese más consigo misma, y en cualquier momento explotaría de cualquier forma.

La madre de Michiru, estaba desde la cocina, tratando de escuchar todo. Pero poco era lo que lograba entender.

“Si quiere saber como se siente su hija, ¿por qué no va y se lo pregunta usted misma?” Dijo Setsuna mientras servía una taza de té para ella. La madre de Michiru volteó a verla, sinceramente esa mujer, no le caía muy bien y quería que se fuera del departamento lo más pronto. La veía como un estorbo para sus planes con Takeshi y no sabía bien que intenciones tenía, ni que relación había entre ella y su hija. En ese momento Setsuna vio hacia la sala y súbitamente dejó la taza en una de las mesas y fue hacia donde se encontraban los dos, Takeshi y Michiru. Y sin previo aviso, tomó a Michiru por una mano y la alejó de Takeshi llevándosela a su habitación y cerrando la puerta con seguro. Michiru sólo se dejó arrastrar. Seguía llorando sin control, era como si aquella noche todo el dolor quisiese salir de cualquier forma, y en ese preciso instante el símbolo que la identificaba apareció en su frente brillando con más intensidad que nunca.

Setsuna no entendía porqué estaba pasando eso y en aquel momento recordó que el espejo había intentado decirle algo. Sosteniendo a Michiru de los hombros comenzó a decirle muy seriamente. “Michiru, calma, reacciona!” Pero fue en vano, sin previo aviso Michiru se desvaneció en sus brazos sin decir una sola palabra más. Setsuna sintió miedo, en muy pocas ocasiones se había sentido así pero esta situación se estaba saliendo de sus manos y muy poco era lo que podía hacer. Tomo a Michiru y la recostó en la cama. “Lo mejor será que descanses, por lo que veo te esperan muchas cosas y necesitaras ser muy fuerte…” Aseguró el espejo, y de inmediato fue hacia la mesita de noche y tomó la pluma de transformación guardándola consigo para evitar cualquier inconveniente. No sabía lo que podía estar pasando y ahora mucho menos con lo que había presenciado, pero algo si estaba segura y era que el futuro quería cambiar de forma radical. Siempre que volvía a la tierra era porque algo así estaba por suceder. Así que debía estar más atenta que nunca.

Luego de abrir la puerta e ir a la sala, encontró a Takeshi sentado en el sofá que le daba la espalda hablando con la mamá de Michiru quien sonreía levemente, lo cual le pareció algo extraño, sin embargo al ver a Setsuna la madre de Michiru cambió su mirada a estar muy preocupada, y se levantó del asiento preguntándole a la chica de cabellos verdosos como se encontraba su hija, a lo que Setsuna respondió muy tranquila “Está dormida, lo mejor será que guarde reposo hasta mañana.”

“Está bien Setsuna muchas gracias por atender a mi hija”

“No se preocupe señora, Michiru ha sido mi amiga desde hace muchísimo tiempo y es lo menos que puedo hacer por ella”

“Lo sé, ahora no te preocupes más. Takeshi y yo nos encargaremos de ella, ven y te acompaño a la puerta” La señora al decir esto, tomo el abrigo de Setsuna del perchero y sin ni siquiera preguntarle le abrió la puerta para que se fuera, pero antes de poder hacer algo más Serena entro al departamento sin previo aviso.

“Uy gracias!!!, como sabían que ve…nía” Titubeó con esta última palabra al ver a las dos personas desconocidas en la casa de sus amigas.

“Princ… digo, ¿Serena que haces aquí?” Dijo Setsuna algo confundida.

“Setsuna… es que Michiru hizo unas galletitas tan deliciosas el otro día que se me antojaron y vine por ellas!!! Lo siento no lo pude evitar!!!” Serena casi estaba llorando al decir eso, Setsuna sólo podía reír ante tal comentario. No era nada raro en la princesa que tuviera esos comportamientos.

La que si no tolero tal situación fue la madre de la violinista quien se interpuso diciendo “¿Acaso no te han enseñado buenos modales niña? ¿Qué clase de padres tienes que te dejan salir a estas horas de la noche?” La señora se veía muy molesta. “Lo mejor será que se vallan las dos, yo me encargaré de mi hija Setsuna, gracias por todo. Al decir esto, le dio el abrigo en sus manos y sin previo aviso les cerró la puerta en sus narices.