Unidos por el Destino [H/M] PFF

Michiru se baja del auto, se da la vuelta, abre la puerta del piloto, y le ofrece la mano a Haruka para que se baje. Haruka está estupefacta ante tal acción, siempre era ella la que tenía ese tipo de atenciones con Michiru, aún así, le dio la mano a Michiru mientras se bajaba del auto. Michiru cerró la puerta atrapó a Haruka entre ella y el carro colocando sus dos manos alrededor de la rubia.

“Ahora si me vas a decir… Por qué hiciste eso?”

Haruka intentaba evadir la mirada de su novia, con un ademán de disgusto, tratando de hacerle creer que estaba equivocada ante tal afirmación.

“No me mires así Haruka, si no me dices rápido, no podré hacer lo que tengo pensado” Le dijo Michiru en un tono un tanto pícaro a la rubia, la cual, al escuchar esas palabras sintió como por todo su ser corría el deseo de saber a qué se refería Michiru.

Al no ver respuesta alguna, Michiru se cruza de brazos, y lentamente se da vuelta mientras dice “Bien… como quieras”… no pasó más de 5 segundos cuando Haruka argumenta “Aún me preguntas por qué lo hice?” Michiru quedó helada, bien sabía que Haruka tendría razones de sobra para hacerle algo a Seiya si se enteraba de lo que había hecho, pero hasta ese momento era inconsciente que ya ella sabía algo. Antes que Michiru pudiera decir algo, Haruka se lleno de valor, suspiró y acercándose le dijo muy cerca al oído “Perdóname por no estar ahí”. Ese comentario la dejó helada, instantáneamente se percató de que su novia sabía mucho más de lo que ella pensaba.

Antes de poder reclamarle algo, una brisa se levantó la arena de aquel lugar haciendo que Michiru quedara totalmente impregnada de ésta, se tapó el rostro para así evitar que las partículas de tierra llegaran a sus ojos, el mar comenzó a embravecer, el clima se tornó intenso de un momento para otro, fue como si se trasladasen a otro lugar.

Inmediatamente Michiru le dijo a la rubia “Será mejor que nos vallamos” a lo que ésta quedo algo confundida y le dijo “Pero… Michiru… tu misma me pediste que viniéramos aquí”… Michiru se ríe un poco mientras se da la vuelta para volver a entrar al auto, pero antes le dice “Pero no soy yo la que controla el viento” y le guiñó un ojo. “Vamos Haruka! Necesito limpiarme toda esta arena, no me siento cómoda así”. Haruka no dijo más nada, entró al auto sin darle mayor importancia a las palabras de Michiru y arrancó.

En el trayecto de la playa al departamento, Michiru no hace más que pensar por qué Haruka le había dicho eso, ‘¿Acaso sabe algo más?’ pensó para si. La miró y se dio cuenta que simulaba estar muy concentrada en la pista, bien, Haruka siempre era así, sin embargo, se notaban unas mínimas facciones de tristeza en su rostro, tan mínimas que probablemente la única que pudiera notarlas fuera ella. Y sí, la velocista, aunque con la mirada concentrada en las líneas de la carretera, uno que otro aviso de precaución y el horizonte, tenía su mente y sus sentimientos en otro lugar. De un momento a otro se llenó de un sentimiento inexplicable que no podría ni sabría cómo controlar, era algo que la ponía en otro lugar, y helaba su sangre completamente, odiaba que Michiru se pudiera dar cuenta, bah! Seguramente lo haría “Con lo bien que me conoce” musitó. Afortunadamente su copilota no logró escuchar nada, ya que ésta también estaba con la mente en otro lugar, preguntándose que sucedería en los días posteriores, que sucedería sin tenerla a consigo, a ella, a la única persona por la que valdría la pena vivir.

Llegaron a casa, Haruka se bajo del coche, el ambiente se había tornado algo pesado, entró a casa sin decirle una palabra más a Michiru, la cual se sorprendió y sintió como una sensación horrible la recorría, su novia siempre era muy atenta con ella, y ahora, era como si simplemente la evitara. Sintió tristeza, dolor, melancolía. Se bajó del auto, cerró la puerta, miró hacia los asientos traseros donde hace unos minutos estaría sentada Setsuna y se fijó que ésta dejó su bolsa. Esbozó una sonrisa. “Setsuna nunca cambiará” dijo mientras tomaba el accesorio para asegurarlo.

Entró al departamento, se sacudió un poco la arena que le había caído antes de entrar, inevitablemente tendría que bañarse. Dejó las cosas en una mesita de sala. Se dirigió al cuarto mientras desajustaba el vestido de su espalda, era algo que hacía automáticamente, pero esta vez le resultó imposible, el broche estaba atascado. Entró al baño de su habitación para buscar algo con qué desajustarlo, vio detrás de la puerta de vidrio la silueta de Haruka bañándose, la cual no se percató que Michiru había entrado. La chica de cabellos marinos quedó como hipnotizada, atontada, embriagada. Simplemente sintió el deseo intenso de ir con ella, no sabría si seguir sus impulsos o un pensamiento que le había rodado por la cabeza toda la noche ‘Debo olvidarme de ti para siempre?’

Capitulo 14: “Hasta el amanecer”

Con la distracción a la vista Michiru no se percata cuando el vestido queda enredado en la puerta del baño y mientras pretende zafarlo antes que Haruka se diera cuenta, el ruido que causó el forcejeo hizo que el intento fuera en vano.

Se escucha que la llave de la ducha se cierra. “¿Michiru?” La rubia se asoma con el cabello empapado entre-abriendo la puerta de vidrio el cual era ligeramente rugoso por lo que los detalles eran inapreciables.

“¿Y quién más crees que es?” Le contesta Michiru irónicamente mientras intentaba enfocarse en desajustar el problema y no mirar hacia el frente. “¿Me pasas la toalla por favor?” Le dice Haruka algo inocente mientras con una de sus manos se sacude un poco el cabello. “No... puedo” Dice Michiru algo nerviosa, podía sentir como su corazón se aceleraba a 1 millón de latidos por segundo, intentaba taparse la cara con el cabello, a la vez que evitaba mirar a la rubia. A pesar del tiempo juntas, Haruka producía en Michiru una sensación que ni ella misma era capaz de describir, cuando eran sólo ellas, todo se tornaba de otro color. Su cuerpo, su mente y todo su ser sentía el incontrolable deseo de amarla hasta el amanecer. Esta sensación no era ajena a Haruka, quien estaba haciendo un esfuerzo enorme por evadir a Michiru. Al fin y al cabo se iría, así que había pensado en hacerse la idea de no estar más con ella. Realmente era un verdadero desafío.

“¿Por qué no puedes?” Pregunta Haruka quien aún no salía de detrás de la puerta. “Por dos razones Haruka, una, por si no te has dado cuenta, estoy atascada aquí en la puerta, dos, envié las toallas a la lavandería esta mañana y olvidé recogerlas” argumenta Michiru ya un poco desesperada.

La rubia piensa por dos segundos que hacer. Bueno no le queda de otra, tendría que salir de ahí. “Valla! Creo que estamos en problemas…” Dice mientras coloca un pie fuera de la ducha. “No... yo estoy en…” La voz de Michiru no pudo articular más palabras cuando la tuvo ahí en frente, simplemente era ella, Haruka, esa mujer que la elevaba hasta el lugar más sublime que pudiera imaginar. Cientos de miles de pensamientos pasaron por la cabeza de la violinista por ese momento, muy dentro de su ser el impulso de sentir cada parte de su piel se hacía más y más intenso, pero aún esa pregunta seguía retumbando sus oídos tanto que la aturdía y la ponía de mal humor. “Será mejor que te coloques algo encima” Le dijo fríamente a Haruka, pero ésta hizo caso omiso a las palabras de Michiru. Por más que quisiera evitarla, ya no había nada que para ella pudiera detener lo que sentía dentro de sí. Era como si un volcán explotase. No había marcha atrás.

“Déjame ayudarte” Dijo una voz suave, dulce, pocas veces Michiru había escuchado hablar de esa forma a quien amaba, estaba acostumbrada a un tono de voz más serio y firme, por lo que aquellas palabras resultaron ser el fuego que ninguna de las dos podría extinguir.

La chica de cabellos marinos relajó los brazos, fue recorriendo con la mirada centímetro a centímetro el cuerpo de la rubia hasta llegar a sus ojos, ambas se miraron y sobraron las palabras. Increíblemente el vestido de Michiru se desajusta de la puerta y con éste el problema del broche queda resuelto también. Era como si todo hubiese sido un juego del destino para acercarlas hasta ese momento en el cual ya toda esperanza de volver en sí estaba perdida.

Haruka termina de desajustar delicadamente el vestido que la violinista usó aquella noche. Con una de sus manos le toma la mejilla donde horas antes había recibido la descarga de ira de Seiya, le da un beso. Pero no fue un simple beso, Michiru podía sentir cómo la calidez de los labios que la besaban se fusionaba con su fría piel en la que aún quedaban algunos restos de la arena que la había impregnado en la playa. Se quedaron así unos segundos con los ojos cerrados.

Luego, sin previo aviso sus labios se unen en un beso que jamás olvidarían. El miedo de perderse la una a la otra acentuó la pasión de aquel momento. Haruka jugueteaba tomando entre sus dedos un trozo del cabello de Michiru mientras sentía el aroma del mar en su piel, la cual era recorrida delicadamente por la otra mano. Michiru permanecía con los ojos cerrados mientras simplemente se dejaba llevar por las sensaciones más elevadas que pudiera experimentar.

Ambas entraron en la ducha, el agua era lo que hacía falta para sellar su amor. Ni los pensamientos más racionales, ni el miedo en el futuro podría acabar con ese momento lleno de los sentimientos más puros y exquisitos que jamás hubieran experimentado, era como si fuese su primera vez. Al salir de la ducha, recordaron el detalle de las toallas. Ambas rieron. Fueron a la cama, se sentaron, sus ojos se encontraron un par segundos con una mirada cómplice y llena de picardía. No hubo necesidad de hablar. La luna que asomaba su tenue luz entre las cortinas fue testigo de lo que sucedió entre las sabanas de aquella habitación.

“¿Lo recuerdas?” Pregunta Michiru mientras su cabeza reposaba en el hombro de Haruka y ésta acariciando delicadamente sus cabellos le responde “¿Qué cosa?”. Michiru rió para sí “Suponía que lo olvidarías”. Confundida por el comentario acabado de hacer por la violinista Haruka mira el calendario que se encontraba en su mesita de noche y le pregunta “¿Qué día es hoy?” A lo que se escucha una ligera risa, Michiru se incorporó tomando la sabana entre sus manos para taparse, mientras negaba con la cabeza y hacía una mueca con la cara como diciendo ‘Nunca cambiará’. “Hoy es 18 Haruka, te tengo que decir el mes también?” Inmediatamente la rubia se sonrojó recordando que hacía exactamente 1 año se habían entregado la una a la otra por primera vez. Michiru se percató de la tierna reacción de su amada, le guiñó un ojo y le dio un beso en los labios, seguidamente le susurró en el oído “Te amo”.

Ambas durmieron hasta el amanecer, en una noche donde no existió tiempo ni espacio y como si no existiese ese mañana que tanto querían que nunca llegase.