El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
¡Hola!
¡Mil gracias por todos sus comentarios! ¡Me alegra que les gustara el capitulo anterior de esta historia!
Un capitulo más antes de que lleguemos al final, ¡espero que lo disfruten!
Capitulo 9
—¿Salchichas con patatas y cebolla? ¿No crees que podrías haber elegido algo mejor para una cena romántica? —Lita arrugó la nariz al levantar la tapa y ver aquel guiso tradicional irlandés en su interior—. Podrías haber hecho solomillo, o cordero asado.
Seiya sacudió la cabeza.
—Las salchichas, las patatas y las cebollas pueden ser perfectamente románticas. Sobre todo cuando van acompañadas por cerveza.
—¿Estás intentando echarla de la isla? —preguntó Lita—. Porque Serena nos encanta y como empieces a hacer tonterías, Seiya Kou, no te van a quedar muchos amigos en Trall.
—Sé perfectamente lo que hago. Y también que deberían dejar de preocuparse por mi vida sentimental.
—El problema es que Serena y tú parecían estar muy unidos, pero desde que volviste a la isla, las cosas han cambiado. Tú no… bueno, ella no… El caso es que sólo tengo que hacer una parte de tu cama, no sé si me entiendes.
—Nos estamos dando tiempo. Y puedes decirle a todo el mundo que hago todo lo que puedo para convencer a Serena de que se quede en la isla.
—Estupendo. Pero aun así, yo no habría preparado ese guiso —se puso la chaqueta que había dejado en el respaldo de una de las sillas de la cocina—. Tienes un pay de manzana en el congelador. Caliéntala antes de servir la cena. Por lo menos podrás ofrecerle un postre decente. Y enciende unas velas. Un poco de romanticismo no te hará ningún daño.
—Gracias —contestó Seiya, acompañándola a la puerta.
En cuanto la cerró tras ella, miró el reloj. Serena llegaría en solo diez minutos, tiempo suficiente para ponerse sus vaqueros más viejos y una camiseta.
Las dos semanas anteriores habían sido una auténtica tortura. Lo único que le había impedido conservar la cordura durante aquel período de celibato había sido el saber que, cuando al final hicieran el amor, el encuentro sería increíblemente intenso. Y estaba dispuesto a asumir aquel compromiso si el resultado era tener a Serena en su vida, y en su cama, para siempre.
Pero dos semanas ya eran tiempo más que suficiente. Aquella noche, volverían a dormir juntos. Y sería Serena la que lo propondría, no él. El plan era un poco taimado, pero estaba cansado de perder el tiempo. La mejor manera de hacer que Serena le deseara era fingir que su propio interés en el sexo estaba comenzando a disminuir.
Así que fue al dormitorio, se cambió de ropa y cuando terminó, se revolvió el pelo. Llevaba tres días sin afeitarse, de modo que no tendría que esforzarse mucho en mostrar un aspecto descuidado. Cuando se consideró suficientemente desaliñado, volvió a la cocina y abrió una botella de cerveza negra.
—¿Hola?
—Estoy aquí —contestó Seiya al oír su voz—, en la cocina.
Segundos después, entraba Serena en la cocina con el pelo revuelto por el viento de la isla y las mejillas ligeramente sonrosadas. Seiya salió a su encuentro, la ayudó a quitarse la chaqueta y le dio un beso en la mejilla.
—¿Qué tal ha ido el día? —le preguntó.
Serena se volvió lentamente hacia él. Y necesitó de toda su fuerza de voluntad para no atrapar sus labios y darle la clase de beso en la que había estado pensando durante todo el día.
—Muy bien —respondió Serena—. He empaquetado algunas cosas para enviárselas a Mina. Y he estado haciendo algunos colgantes para la tienda.
—Estás preciosa —dijo Seiya, fijándose en la blusa de algodón y la gargantilla.
La tela era casi transparente y reconoció el sujetador de encaje que llevaba debajo. Se lo había quitado en más de una ocasión, pero había pasado una eternidad desde la última vez que habla tenido acceso a su ropa interior.
Una ligera sonrisa curvó los labios de Serena ante su cumplido. Se alisó la blusa.
—Gracias. No es mía, la he encontrado en el armario de Mina.
—Si piensas quedarte en la isla, deberías pedir que te enviaran tus cosas —sugirió Seiya.
—Probablemente —Serena se acercó a la cocina y comenzó a mirar en las cazuelas—. ¿Qué vamos a cenar?
—Nada especial. ¿Quieres una cerveza?
—¿No tienes vino? El otro día vi una botella de champán en la nevera, ¿la abrimos?
—Estaba reservándola para una ocasión especial —se sentía miserable, pero había cosas que un hombre no podía dejar de hacer. Abrió una botella de vino blanco y le sirvió un vaso—. Eh, he pensado que podríamos jugar a algo para pasar el rato.
—¿Sí? —Serena tragó saliva—. Me acuerdo que eras muy bueno jugando a «yo nunca…».
—Tengo un Scrabble. He pensado que podríamos echar una partida antes de la cena.
—¿Quieres jugar al Scrabble?
Seiya advirtió la decepción en su mirada.
—Has dicho que te apetecería jugar. O si prefieres, tengo un backgammon.
—No —respondió Serena, forzando una sonrisa—. El Scrabble será divertido.
Seiya se frotó las manos.
—Genial. Voy a buscarlo.
Fueron juntos hasta el salón. Seiya había dejado el tablero sobre una mesita de caoba, cerca de la chimenea. Acompañó a Serena hasta una butaca y se sentó frente a ella.
—¿Sabes? Es una maravilla que podamos pasar una velada tranquila en casa, sin pensar en… ya sabes.
—¿En qué?
—En el sexo —intentó mantenerse serio—. De hecho, durante la última semana apenas he pensado en el sexo. Tu plan me ha enseñado a reordenar mis prioridades en nuestra relación.
—¿Ah, sí?
Seiya sabía que la estaba desconcertando, pero ya era hora de que se diera cuenta de que no podían planificar todos y cada uno de sus movimientos.
—Me encanta el Scrabble —dijo Seiya—. Deberíamos jugar por lo menos una vez a la semana. ¿Qué te parece los sábados por la noche? Sería un buen plan.
—Bueno, no para todos los sábados. Es posible que a veces queramos hacer otra cosa.
—Quizá, pero si no tenemos nada mejor que hacer, el Scrabble siempre puede ser divertido —sacó el saco con las fichas—. Vamos, el que tenga una letra más próxima a la "a" empieza.
Serena tuvo el honor de iniciar la partida.
—"Pena" —escribió Serena, colocando las fichas en el tablero—. Diez puntos.
—Y yo utilizo la "p" para escribir "pene" —dijo Seiya—. Ocho puntos, más el doble por la pe, dieciséis.
—No, no puedes multiplicarlo por dos porque ya lo he hecho yo.
—Son las normas irlandesas —se defendió Seiya.
Serena frunció el ceño.
—De acuerdo. "Sepia". Siete puntos.
Seiya se quedó mirando fijamente sus fichas y eligió tres.
—"Sexo" —dijo, y colocó las fichas utilizando la "e" de pene—. La "s" y la "x" tienen doble valor, así que diecinueve puntos.
Serena frunció el ceño.
—Está bastante claro en qué estás pensando esta noche.
—En absoluto —la contradijo Seiya—. Es curioso, pero no estoy pensando en el sexo en absoluto. Son las letras que me han tocado. Te toca.
—¿Y por qué no estás pensando en el sexo? —preguntó Serena—. Que no estemos teniendo relaciones sexuales no significa que no puedas pensar en el sexo.
—Prefiero sacármelo completamente de la cabeza. De hecho, así es mucho más fácil. No lo echo de menos en absoluto.
Serena volvió a prestar atención a las fichas. Al cabo de unos segundos, colocó una palabra.
—"Agitación". Siete puntos.
—"Orgasmo" —dijo Seiya, colocando las letras sobre el tablero—. Veinte puntos. Es una pena que no tenga la "i", la "c" y la "o". Habría conseguido cincuenta puntos con "orgásmico".
—¿Estás haciendo trampa? —preguntó Serena.
—¿Cómo voy a hacer trampa en este juego? Ah, espera, no he terminado —añadió una "s"—. "Orgasmos", veinte puntos. ¿Cómo vamos? —tomó la libreta en la que Serena iba apuntando—. Tú tienes veinticuatro puntos y yo cincuenta y siete.
Serena le fulminó con la mirada.
—¿Sabes? Creo que no estoy de humor para jugar al Scrabble.
—¿Te apetece que juguemos al backgammon? ¿Al ajedrez?
—¿Y si nos sentamos a hablar? —se levantó, se sentó en el sofá y palmeó a su lado—. Podemos intentar relajarnos.
Seiya no aceptó la invitación. Se sentó en frente de ella, en una butaca, estirando las piernas.
—Hoy ha hecho un tiempo muy agradable, ¿verdad? No hacía mucho frío. Normalmente, siempre llueve en esta época del año —seguro que hablando del tiempo conseguía desquiciarla.
—Pues la verdad es que no lo sé, puesto que éste es mi primer noviembre en Trall.
—Exacto —dijo Seiya, asintiendo—. ¿Te has enterado de que Setsuna va a pintar la panadería? Me ha dicho que le apetece pintarla de azul claro.
Serena se levantó y se pasó las manos por las caderas.
—¿Sabes? Me duele un poco la cabeza.
—¿Quieres una aspirina?
—No, no. Probablemente haya sido el vino. Creo que estoy un poco cansada. A lo mejor… debería acostarme.
Aquélla era una evolución interesante de los acontecimientos, pensó Seiya. ¿Estaría esperando que la invitara a su cama?
—Si quieres, puedo llevarte a casa en coche.
—No —replicó Serena—, he traído el coche de Mina.
—Podrías llevarte algo de cena. A lo mejor te entra hambre más tarde.
Serena negó con la cabeza.
—No, ya hablaremos mañana, Seiya.
Seiya la observó dirigirse a la cocina para buscar su chaqueta. Unos segundos después, oyó que se cerraba la puerta de atrás y rió para sí.
Quizá no estuviera jugando limpio, pero si no forzaba la situación, podían continuar meses así. Y él no estaba dispuesto a ser solamente el amigo de Serena Tsukino.
Miró el reloj. Estaba seguro de que volvería. Regresaría a casa de Mina, empezaría a pensar en la noche que podrían haber pasado juntos y al cabo de un par de horas, decidiría que ya tenía más que suficiente. Y entonces, por fin podrían comenzar a disfrutar de su futura vida de pareja.
¡Mil gracias por todos sus comentarios! ¡Me alegra que les gustara el capitulo anterior de esta historia!
Un capitulo más antes de que lleguemos al final, ¡espero que lo disfruten!
Capitulo 9
—¿Salchichas con patatas y cebolla? ¿No crees que podrías haber elegido algo mejor para una cena romántica? —Lita arrugó la nariz al levantar la tapa y ver aquel guiso tradicional irlandés en su interior—. Podrías haber hecho solomillo, o cordero asado.
Seiya sacudió la cabeza.
—Las salchichas, las patatas y las cebollas pueden ser perfectamente románticas. Sobre todo cuando van acompañadas por cerveza.
—¿Estás intentando echarla de la isla? —preguntó Lita—. Porque Serena nos encanta y como empieces a hacer tonterías, Seiya Kou, no te van a quedar muchos amigos en Trall.
—Sé perfectamente lo que hago. Y también que deberían dejar de preocuparse por mi vida sentimental.
—El problema es que Serena y tú parecían estar muy unidos, pero desde que volviste a la isla, las cosas han cambiado. Tú no… bueno, ella no… El caso es que sólo tengo que hacer una parte de tu cama, no sé si me entiendes.
—Nos estamos dando tiempo. Y puedes decirle a todo el mundo que hago todo lo que puedo para convencer a Serena de que se quede en la isla.
—Estupendo. Pero aun así, yo no habría preparado ese guiso —se puso la chaqueta que había dejado en el respaldo de una de las sillas de la cocina—. Tienes un pay de manzana en el congelador. Caliéntala antes de servir la cena. Por lo menos podrás ofrecerle un postre decente. Y enciende unas velas. Un poco de romanticismo no te hará ningún daño.
—Gracias —contestó Seiya, acompañándola a la puerta.
En cuanto la cerró tras ella, miró el reloj. Serena llegaría en solo diez minutos, tiempo suficiente para ponerse sus vaqueros más viejos y una camiseta.
Las dos semanas anteriores habían sido una auténtica tortura. Lo único que le había impedido conservar la cordura durante aquel período de celibato había sido el saber que, cuando al final hicieran el amor, el encuentro sería increíblemente intenso. Y estaba dispuesto a asumir aquel compromiso si el resultado era tener a Serena en su vida, y en su cama, para siempre.
Pero dos semanas ya eran tiempo más que suficiente. Aquella noche, volverían a dormir juntos. Y sería Serena la que lo propondría, no él. El plan era un poco taimado, pero estaba cansado de perder el tiempo. La mejor manera de hacer que Serena le deseara era fingir que su propio interés en el sexo estaba comenzando a disminuir.
Así que fue al dormitorio, se cambió de ropa y cuando terminó, se revolvió el pelo. Llevaba tres días sin afeitarse, de modo que no tendría que esforzarse mucho en mostrar un aspecto descuidado. Cuando se consideró suficientemente desaliñado, volvió a la cocina y abrió una botella de cerveza negra.
—¿Hola?
—Estoy aquí —contestó Seiya al oír su voz—, en la cocina.
Segundos después, entraba Serena en la cocina con el pelo revuelto por el viento de la isla y las mejillas ligeramente sonrosadas. Seiya salió a su encuentro, la ayudó a quitarse la chaqueta y le dio un beso en la mejilla.
—¿Qué tal ha ido el día? —le preguntó.
Serena se volvió lentamente hacia él. Y necesitó de toda su fuerza de voluntad para no atrapar sus labios y darle la clase de beso en la que había estado pensando durante todo el día.
—Muy bien —respondió Serena—. He empaquetado algunas cosas para enviárselas a Mina. Y he estado haciendo algunos colgantes para la tienda.
—Estás preciosa —dijo Seiya, fijándose en la blusa de algodón y la gargantilla.
La tela era casi transparente y reconoció el sujetador de encaje que llevaba debajo. Se lo había quitado en más de una ocasión, pero había pasado una eternidad desde la última vez que habla tenido acceso a su ropa interior.
Una ligera sonrisa curvó los labios de Serena ante su cumplido. Se alisó la blusa.
—Gracias. No es mía, la he encontrado en el armario de Mina.
—Si piensas quedarte en la isla, deberías pedir que te enviaran tus cosas —sugirió Seiya.
—Probablemente —Serena se acercó a la cocina y comenzó a mirar en las cazuelas—. ¿Qué vamos a cenar?
—Nada especial. ¿Quieres una cerveza?
—¿No tienes vino? El otro día vi una botella de champán en la nevera, ¿la abrimos?
—Estaba reservándola para una ocasión especial —se sentía miserable, pero había cosas que un hombre no podía dejar de hacer. Abrió una botella de vino blanco y le sirvió un vaso—. Eh, he pensado que podríamos jugar a algo para pasar el rato.
—¿Sí? —Serena tragó saliva—. Me acuerdo que eras muy bueno jugando a «yo nunca…».
—Tengo un Scrabble. He pensado que podríamos echar una partida antes de la cena.
—¿Quieres jugar al Scrabble?
Seiya advirtió la decepción en su mirada.
—Has dicho que te apetecería jugar. O si prefieres, tengo un backgammon.
—No —respondió Serena, forzando una sonrisa—. El Scrabble será divertido.
Seiya se frotó las manos.
—Genial. Voy a buscarlo.
Fueron juntos hasta el salón. Seiya había dejado el tablero sobre una mesita de caoba, cerca de la chimenea. Acompañó a Serena hasta una butaca y se sentó frente a ella.
—¿Sabes? Es una maravilla que podamos pasar una velada tranquila en casa, sin pensar en… ya sabes.
—¿En qué?
—En el sexo —intentó mantenerse serio—. De hecho, durante la última semana apenas he pensado en el sexo. Tu plan me ha enseñado a reordenar mis prioridades en nuestra relación.
—¿Ah, sí?
Seiya sabía que la estaba desconcertando, pero ya era hora de que se diera cuenta de que no podían planificar todos y cada uno de sus movimientos.
—Me encanta el Scrabble —dijo Seiya—. Deberíamos jugar por lo menos una vez a la semana. ¿Qué te parece los sábados por la noche? Sería un buen plan.
—Bueno, no para todos los sábados. Es posible que a veces queramos hacer otra cosa.
—Quizá, pero si no tenemos nada mejor que hacer, el Scrabble siempre puede ser divertido —sacó el saco con las fichas—. Vamos, el que tenga una letra más próxima a la "a" empieza.
Serena tuvo el honor de iniciar la partida.
—"Pena" —escribió Serena, colocando las fichas en el tablero—. Diez puntos.
—Y yo utilizo la "p" para escribir "pene" —dijo Seiya—. Ocho puntos, más el doble por la pe, dieciséis.
—No, no puedes multiplicarlo por dos porque ya lo he hecho yo.
—Son las normas irlandesas —se defendió Seiya.
Serena frunció el ceño.
—De acuerdo. "Sepia". Siete puntos.
Seiya se quedó mirando fijamente sus fichas y eligió tres.
—"Sexo" —dijo, y colocó las fichas utilizando la "e" de pene—. La "s" y la "x" tienen doble valor, así que diecinueve puntos.
Serena frunció el ceño.
—Está bastante claro en qué estás pensando esta noche.
—En absoluto —la contradijo Seiya—. Es curioso, pero no estoy pensando en el sexo en absoluto. Son las letras que me han tocado. Te toca.
—¿Y por qué no estás pensando en el sexo? —preguntó Serena—. Que no estemos teniendo relaciones sexuales no significa que no puedas pensar en el sexo.
—Prefiero sacármelo completamente de la cabeza. De hecho, así es mucho más fácil. No lo echo de menos en absoluto.
Serena volvió a prestar atención a las fichas. Al cabo de unos segundos, colocó una palabra.
—"Agitación". Siete puntos.
—"Orgasmo" —dijo Seiya, colocando las letras sobre el tablero—. Veinte puntos. Es una pena que no tenga la "i", la "c" y la "o". Habría conseguido cincuenta puntos con "orgásmico".
—¿Estás haciendo trampa? —preguntó Serena.
—¿Cómo voy a hacer trampa en este juego? Ah, espera, no he terminado —añadió una "s"—. "Orgasmos", veinte puntos. ¿Cómo vamos? —tomó la libreta en la que Serena iba apuntando—. Tú tienes veinticuatro puntos y yo cincuenta y siete.
Serena le fulminó con la mirada.
—¿Sabes? Creo que no estoy de humor para jugar al Scrabble.
—¿Te apetece que juguemos al backgammon? ¿Al ajedrez?
—¿Y si nos sentamos a hablar? —se levantó, se sentó en el sofá y palmeó a su lado—. Podemos intentar relajarnos.
Seiya no aceptó la invitación. Se sentó en frente de ella, en una butaca, estirando las piernas.
—Hoy ha hecho un tiempo muy agradable, ¿verdad? No hacía mucho frío. Normalmente, siempre llueve en esta época del año —seguro que hablando del tiempo conseguía desquiciarla.
—Pues la verdad es que no lo sé, puesto que éste es mi primer noviembre en Trall.
—Exacto —dijo Seiya, asintiendo—. ¿Te has enterado de que Setsuna va a pintar la panadería? Me ha dicho que le apetece pintarla de azul claro.
Serena se levantó y se pasó las manos por las caderas.
—¿Sabes? Me duele un poco la cabeza.
—¿Quieres una aspirina?
—No, no. Probablemente haya sido el vino. Creo que estoy un poco cansada. A lo mejor… debería acostarme.
Aquélla era una evolución interesante de los acontecimientos, pensó Seiya. ¿Estaría esperando que la invitara a su cama?
—Si quieres, puedo llevarte a casa en coche.
—No —replicó Serena—, he traído el coche de Mina.
—Podrías llevarte algo de cena. A lo mejor te entra hambre más tarde.
Serena negó con la cabeza.
—No, ya hablaremos mañana, Seiya.
Seiya la observó dirigirse a la cocina para buscar su chaqueta. Unos segundos después, oyó que se cerraba la puerta de atrás y rió para sí.
Quizá no estuviera jugando limpio, pero si no forzaba la situación, podían continuar meses así. Y él no estaba dispuesto a ser solamente el amigo de Serena Tsukino.
Miró el reloj. Estaba seguro de que volvería. Regresaría a casa de Mina, empezaría a pensar en la noche que podrían haber pasado juntos y al cabo de un par de horas, decidiría que ya tenía más que suficiente. Y entonces, por fin podrían comenzar a disfrutar de su futura vida de pareja.
Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Serena puso el coche en marcha y salió a toda velocidad. No estaba segura de si reír o llorar. ¿No era de eso exactamente de lo que se estaba intentando proteger?
Cuando había vuelto a Trall, pretendía averiguar si su relación con Seiya tenía futuro. Ya se había engañado con Darién en una ocasión y no se le ocurría nada peor que dejarse engañar otra vez por una aventura. Pero, en aquel momento, estaban comenzado a cumplirse sus peores temores: Seiya estaba perdiendo su interés en ella.
—Deberías alegrarte —se dijo a sí misma—. Lo has averiguado antes de que haya podido romperte el corazón… por completo.
La verdad era que, al final, terminaría con el corazón roto, pero por lo menos se había salvado de una completa humillación.
¿Pero en dónde la dejaba aquella nueva situación? Había abandonado su vida en los Estados Unidos. Seguramente, Darién ya había contratado a otro director artístico. En Chicago sólo le quedaba su familia.
Serena aparcó el coche y subió corriendo al apartamento. Una vez allí, se quitó la chaqueta, se descalzó y se metió en la cama. Había trazado un cuidadoso plan en su relación con Darién y en tres años lo había echado a perder. Y el plan que con tanto cuidado había diseñado para aclarar su relación con Seiya se había convertido en un fracaso total en menos de un mes. A ese ritmo, su próxima relación duraría cerca de treinta segundos.
Serena se acurrucó bajo las sábanas y cerró los ojos. Las imágenes de Seiya desnudo se multiplicaban en su mente. Tenía la sensación de que hacía siglos que no hacían el amor, pero la verdad era que apenas habían pasado unas semanas. E, incluso en aquel momento, le bastaba pensar en lo que habían compartido para experimentar un intenso deseo.
A lo mejor debería haberse ido a Nueva York. Debería haber hecho caso de lo que le decía su intuición. En realidad aquello sólo había sido una aventura. Serena gimió para sí y enterró la cabeza en la almohada. A pesar de lo que le decía la lógica, en el fondo sabía que no podía ser cierto. Que lo que había compartido con Seiya había sido mucho más que sexo.
El sonido del teléfono quebró el silencio de la noche y Serena se levantó rápidamente de la cama. Al principio, no quería contestar. Pero pensó entonces que su abuela solía llamarle a esa hora, así que corrió al teléfono.
—¿Diga?
—Serena, soy Mina.
—Hola, Mina.
—Espero no haberte despertado.
—Sólo son las nueve de la noche, ¿qué tal por Nueva York?
—Oh, es todo maravilloso. Ayer nevó y esta semana se celebra el día de Acción de Gracias. Darién me ha dicho que tengo que cocinar un pavo. ¿De dónde viene esa obsesión de los estadounidenses con el pavo? ¿Es una especie de icono sagrado? Es posible que tenga que llamarte para que me digas la receta.
—Estoy a tu disposición. ¿Y qué tal está Darién?
—Estupendamente. Está siendo encantador conmigo, Serena. Me ha llevado a cenar a un restaurante precioso de Greenwich Village, y me está presentando a sus amigos. ¿Y a ti cómo te va con Seiya? ¿Todavía no se han casado? Me enfadaré como no me pidas que sea la madrina. O, mejor todavía, como no me encargue yo de organizar la ceremonia.
Serena se interrumpió. La emoción le impedía hablar.
—La verdad es que las cosas no van muy bien. Creo que Seiya está perdiendo el interés. Probablemente debería haberme ido con ustedes.
—¿Seiya? —se echó a reír—. Oh, por favor, pero si está loco por ti.
—Hemos intentado ir un poco más despacio en nuestra relación, para así poder llegar a conocernos como amigos.
—Dios mío, ¿por qué has hecho una cosa así? —preguntó Mina.
—Pensé que podría ser… —Serena suspiró—. Es una tontería, lo sé. Pero, al principio fue todo tan rápido… Y ahora él ha perdido el interés en el sexo, y en mí.
—No puedes estar tan segura. A lo mejor sólo estaba de mal humor y lo que tienes que hacer es intentar animarle un poco.
—¿Y cómo voy a hacer eso?
—Vete a la pensión, desnúdate y métete en su cama. Estoy segura de que se arreglaran antes de que amanezca. Y si no, tengo varias botellas de agua del manantial del Druida encima del fregadero de la cocina. Prepárale un té y volverá a desearte.
—No pienso hacer eso.
—Eres tú la que tiene que decidir. Pero si ustedes dos no están hechos el uno para el otro, entonces no sé quién podría estarlo.
—A lo mejor debería hablar con él. Si lo nuestro ha terminado, quiero saberlo cuanto antes para poder continuar con mi vida.
—Vete a verlo a la posada. Y cuando hayan pasado una placentera noche de sexo, ¿podrías buscar mi abrigo azul y mis botas altas y enviármelas por correo? O mejor, dáselas a mi madre.
—Lo haré.
Estuvieron hablando durante unos minutos más hasta que Serena se despidió y colgó el teléfono. Miró después a su alrededor, el que hasta entonces le había parecido un lugar acogedor, le resultó de pronto frío y hostil. Agarró la chaqueta y se dirigió hacia la puerta. Había llegado la hora de aclarar algunas cosas. Si Seiya había perdido el interés en ella, no tenía ningún motivo para quedarse en Trall.
Tardó cinco minutos en regresar a la posada. Aparcó y corrió hacia la puerta, pero, para su sorpresa, Seiya había cerrado con llave.
—Maldita puerta —gritó.
Cerró el puño y llamó hasta hacerse darlo en la mano.
Unos segundos después, se encendió la luz de la ventana y Seiya abrió la puerta. Iba descalzo y sin camisa y era evidente que acababa de ponerse los pantalones.
—Has tardado mucho —musitó, pasándose la mano por el pelo y mirándola con los ojos entrecerrados.
La agarró del codo para hacerle pasar.
—Tenemos que hablar —dijo Serena, intentando controlar la emoción de su voz.
—No, no tenemos que hablar —Seiya enmarcó su rostro con las manos y la besó.
Deslizó la lengua entre sus labios y prolongó el beso hasta dejar a Serena sin respiración.
—Eso está mucho mejor —Seiya se volvió y se dirigió hacia el salón—. ¿Vienes?
—¿Adónde? —preguntó Serena.
—A la cama, para eso has venido, ¿no?
—He venido aquí para hablar contigo.
—No, no vamos a hablar. Vamos a meternos en la cama. Ya hablaremos mañana por la mañana.
—¡No puedes obligarme a acostarme contigo! —gritó Serena.
—No te estoy obligando a nada —repuso Seiya—. Te estoy invitando, Serena.
—¿Pero qué va a pasar con nuestro plan?
—¿Te refieres a tu plan? Quiero dejarlo ya. Odio tu plan. Tengo montones de amigos, Serena, y de vez en cuando me tomo una pinta con ellos en el pub. Pero cuando pienso en ti, no pienso sólo en una amiga. Tú eres la mujer a la que quiero.
—¿Me quieres?
—Claro que te quiero. Si no, no habría soportado este estúpido plan durante dos semanas. Quiero que estés conmigo cada día y cada noche. No quiero jugar al Scrabble y no quiero hablar del maldito tiempo. Quiero estar contigo desnudo en la cama y ser completamente feliz. ¿Te parece que eso tiene algo de malo?
—Nada.
—Estupendo. Y en ese caso, creo que ya va siendo hora de que hagamos un nuevo plan; creo que deberíamos planear no tener ningún plan.
Serena consideró su sugerencia. La verdad era que las cosas habían ido mucho mejor entre ellos cuando lo habían dejado todo en manos de la espontaneidad.
—Sí, supongo que podríamos intentarlo —contestó.
Seiya se le quedó mirando fijamente y sonrió.
—Ven a la cama conmigo, Serena —le tendió la mano y ella se acercó lentamente a él.
La condujo a su habitación y, una vez allí, se sentó en el borde de la cama y la desnudó lentamente. Se levantó después frente a ella, se desabrochó los pantalones y los dejó caer hasta sus pies.
—Así es como deberían ser siempre las cosas entre nosotros —susurró.
—Lo siento —susurró Serena, hundiendo las manos en su pelo—, estaba asustada. Y cuando tengo miedo, hago muchas tonterías.
Seiya le rodeó la cintura con los brazos y la miró a los ojos.
—Afortunadamente para todos. Porque venir a Trall era una gran estupidez y, sin embargo, es lo mejor que me ha pasado en mi vida.
—¿De verdad?
—No tienes por qué tener miedo. Nunca te haré daño, te lo juro. Nunca.
—No he parado de pensar en todas las razones por las que esto no podía funcionar, en los motivos por los que tenía que protegerme. Pero aun así, continúo queriendo que estemos juntos —confesó Serena.
Seiya presionó la frente contra la curva de su cuello.
—No deberías pensar tanto.
—¿Tú no piensas en nosotros?
—Pienso en la suavidad de tu piel, en cómo me gusta oírte reír y en lo agradable que es poder besarte cuando quiero. En lo maravillosa que estás desnuda, y vestida también. Pienso en lo inteligente que eres y en que tienes una manera muy original de verlo todo, una forma que me demuestra que eres única —se interrumpió—. Pero, cuando estoy contigo, no pienso, siento.
—Al final lo he estropeado todo, ¿verdad?
—No has hecho nada que no pueda arreglarse. Mis sentimientos no han cambiado en estas dos semanas, ¿y los tuyos?
Serena negó con la cabeza.
—Tampoco.
Seiya la abrazó con fuerza.
—¿Y qué es lo que te ha hecho reaccionar, lo del Scrabble o la conversación sobre el tiempo?
Serena echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—En realidad, fue el comentario sobre que Setsuna iba a pintar de azul la panadería.
—Interesante —dijo Seiya.
—Sabías que iba a venir esta noche, ¿verdad? Me estabas esperando.
—Esperaba que volvieras. Y si no, estaba dispuesto a presentarme en el apartamento de Mina y meterme en tu cama.
—Estamos mejor aquí. La cama es mucho más cómoda. Y más grande —frunció el ceño—. ¿No le habías prometido esta cama a Mina?
—Sí, pero prefirió a Darién.
Seiya la tumbó en la cama y se tumbó a su lado, enredando las piernas con las suyas. Comenzaron a acariciarse lentamente, buscando sus rincones favoritos, aquellos en los que sabían que podían darse mayor placer.
—Oh —suspiró Seiya—. Así es como tenemos que estar. Juntos.
Hasta ese momento, Serena nunca había creído de verdad que fueran a pasar el resto de su vida juntos. Pero de pronto, era capaz de imaginarlo.
Seiya le acarició el pelo lentamente.
—¿Ya estamos bien? —le preguntó.
—Si —contestó Serena, sonriendo. Se incorporó sobre el codo y le miró a los ojos—, estamos bien.
Cuando había vuelto a Trall, pretendía averiguar si su relación con Seiya tenía futuro. Ya se había engañado con Darién en una ocasión y no se le ocurría nada peor que dejarse engañar otra vez por una aventura. Pero, en aquel momento, estaban comenzado a cumplirse sus peores temores: Seiya estaba perdiendo su interés en ella.
—Deberías alegrarte —se dijo a sí misma—. Lo has averiguado antes de que haya podido romperte el corazón… por completo.
La verdad era que, al final, terminaría con el corazón roto, pero por lo menos se había salvado de una completa humillación.
¿Pero en dónde la dejaba aquella nueva situación? Había abandonado su vida en los Estados Unidos. Seguramente, Darién ya había contratado a otro director artístico. En Chicago sólo le quedaba su familia.
Serena aparcó el coche y subió corriendo al apartamento. Una vez allí, se quitó la chaqueta, se descalzó y se metió en la cama. Había trazado un cuidadoso plan en su relación con Darién y en tres años lo había echado a perder. Y el plan que con tanto cuidado había diseñado para aclarar su relación con Seiya se había convertido en un fracaso total en menos de un mes. A ese ritmo, su próxima relación duraría cerca de treinta segundos.
Serena se acurrucó bajo las sábanas y cerró los ojos. Las imágenes de Seiya desnudo se multiplicaban en su mente. Tenía la sensación de que hacía siglos que no hacían el amor, pero la verdad era que apenas habían pasado unas semanas. E, incluso en aquel momento, le bastaba pensar en lo que habían compartido para experimentar un intenso deseo.
A lo mejor debería haberse ido a Nueva York. Debería haber hecho caso de lo que le decía su intuición. En realidad aquello sólo había sido una aventura. Serena gimió para sí y enterró la cabeza en la almohada. A pesar de lo que le decía la lógica, en el fondo sabía que no podía ser cierto. Que lo que había compartido con Seiya había sido mucho más que sexo.
El sonido del teléfono quebró el silencio de la noche y Serena se levantó rápidamente de la cama. Al principio, no quería contestar. Pero pensó entonces que su abuela solía llamarle a esa hora, así que corrió al teléfono.
—¿Diga?
—Serena, soy Mina.
—Hola, Mina.
—Espero no haberte despertado.
—Sólo son las nueve de la noche, ¿qué tal por Nueva York?
—Oh, es todo maravilloso. Ayer nevó y esta semana se celebra el día de Acción de Gracias. Darién me ha dicho que tengo que cocinar un pavo. ¿De dónde viene esa obsesión de los estadounidenses con el pavo? ¿Es una especie de icono sagrado? Es posible que tenga que llamarte para que me digas la receta.
—Estoy a tu disposición. ¿Y qué tal está Darién?
—Estupendamente. Está siendo encantador conmigo, Serena. Me ha llevado a cenar a un restaurante precioso de Greenwich Village, y me está presentando a sus amigos. ¿Y a ti cómo te va con Seiya? ¿Todavía no se han casado? Me enfadaré como no me pidas que sea la madrina. O, mejor todavía, como no me encargue yo de organizar la ceremonia.
Serena se interrumpió. La emoción le impedía hablar.
—La verdad es que las cosas no van muy bien. Creo que Seiya está perdiendo el interés. Probablemente debería haberme ido con ustedes.
—¿Seiya? —se echó a reír—. Oh, por favor, pero si está loco por ti.
—Hemos intentado ir un poco más despacio en nuestra relación, para así poder llegar a conocernos como amigos.
—Dios mío, ¿por qué has hecho una cosa así? —preguntó Mina.
—Pensé que podría ser… —Serena suspiró—. Es una tontería, lo sé. Pero, al principio fue todo tan rápido… Y ahora él ha perdido el interés en el sexo, y en mí.
—No puedes estar tan segura. A lo mejor sólo estaba de mal humor y lo que tienes que hacer es intentar animarle un poco.
—¿Y cómo voy a hacer eso?
—Vete a la pensión, desnúdate y métete en su cama. Estoy segura de que se arreglaran antes de que amanezca. Y si no, tengo varias botellas de agua del manantial del Druida encima del fregadero de la cocina. Prepárale un té y volverá a desearte.
—No pienso hacer eso.
—Eres tú la que tiene que decidir. Pero si ustedes dos no están hechos el uno para el otro, entonces no sé quién podría estarlo.
—A lo mejor debería hablar con él. Si lo nuestro ha terminado, quiero saberlo cuanto antes para poder continuar con mi vida.
—Vete a verlo a la posada. Y cuando hayan pasado una placentera noche de sexo, ¿podrías buscar mi abrigo azul y mis botas altas y enviármelas por correo? O mejor, dáselas a mi madre.
—Lo haré.
Estuvieron hablando durante unos minutos más hasta que Serena se despidió y colgó el teléfono. Miró después a su alrededor, el que hasta entonces le había parecido un lugar acogedor, le resultó de pronto frío y hostil. Agarró la chaqueta y se dirigió hacia la puerta. Había llegado la hora de aclarar algunas cosas. Si Seiya había perdido el interés en ella, no tenía ningún motivo para quedarse en Trall.
Tardó cinco minutos en regresar a la posada. Aparcó y corrió hacia la puerta, pero, para su sorpresa, Seiya había cerrado con llave.
—Maldita puerta —gritó.
Cerró el puño y llamó hasta hacerse darlo en la mano.
Unos segundos después, se encendió la luz de la ventana y Seiya abrió la puerta. Iba descalzo y sin camisa y era evidente que acababa de ponerse los pantalones.
—Has tardado mucho —musitó, pasándose la mano por el pelo y mirándola con los ojos entrecerrados.
La agarró del codo para hacerle pasar.
—Tenemos que hablar —dijo Serena, intentando controlar la emoción de su voz.
—No, no tenemos que hablar —Seiya enmarcó su rostro con las manos y la besó.
Deslizó la lengua entre sus labios y prolongó el beso hasta dejar a Serena sin respiración.
—Eso está mucho mejor —Seiya se volvió y se dirigió hacia el salón—. ¿Vienes?
—¿Adónde? —preguntó Serena.
—A la cama, para eso has venido, ¿no?
—He venido aquí para hablar contigo.
—No, no vamos a hablar. Vamos a meternos en la cama. Ya hablaremos mañana por la mañana.
—¡No puedes obligarme a acostarme contigo! —gritó Serena.
—No te estoy obligando a nada —repuso Seiya—. Te estoy invitando, Serena.
—¿Pero qué va a pasar con nuestro plan?
—¿Te refieres a tu plan? Quiero dejarlo ya. Odio tu plan. Tengo montones de amigos, Serena, y de vez en cuando me tomo una pinta con ellos en el pub. Pero cuando pienso en ti, no pienso sólo en una amiga. Tú eres la mujer a la que quiero.
—¿Me quieres?
—Claro que te quiero. Si no, no habría soportado este estúpido plan durante dos semanas. Quiero que estés conmigo cada día y cada noche. No quiero jugar al Scrabble y no quiero hablar del maldito tiempo. Quiero estar contigo desnudo en la cama y ser completamente feliz. ¿Te parece que eso tiene algo de malo?
—Nada.
—Estupendo. Y en ese caso, creo que ya va siendo hora de que hagamos un nuevo plan; creo que deberíamos planear no tener ningún plan.
Serena consideró su sugerencia. La verdad era que las cosas habían ido mucho mejor entre ellos cuando lo habían dejado todo en manos de la espontaneidad.
—Sí, supongo que podríamos intentarlo —contestó.
Seiya se le quedó mirando fijamente y sonrió.
—Ven a la cama conmigo, Serena —le tendió la mano y ella se acercó lentamente a él.
La condujo a su habitación y, una vez allí, se sentó en el borde de la cama y la desnudó lentamente. Se levantó después frente a ella, se desabrochó los pantalones y los dejó caer hasta sus pies.
—Así es como deberían ser siempre las cosas entre nosotros —susurró.
—Lo siento —susurró Serena, hundiendo las manos en su pelo—, estaba asustada. Y cuando tengo miedo, hago muchas tonterías.
Seiya le rodeó la cintura con los brazos y la miró a los ojos.
—Afortunadamente para todos. Porque venir a Trall era una gran estupidez y, sin embargo, es lo mejor que me ha pasado en mi vida.
—¿De verdad?
—No tienes por qué tener miedo. Nunca te haré daño, te lo juro. Nunca.
—No he parado de pensar en todas las razones por las que esto no podía funcionar, en los motivos por los que tenía que protegerme. Pero aun así, continúo queriendo que estemos juntos —confesó Serena.
Seiya presionó la frente contra la curva de su cuello.
—No deberías pensar tanto.
—¿Tú no piensas en nosotros?
—Pienso en la suavidad de tu piel, en cómo me gusta oírte reír y en lo agradable que es poder besarte cuando quiero. En lo maravillosa que estás desnuda, y vestida también. Pienso en lo inteligente que eres y en que tienes una manera muy original de verlo todo, una forma que me demuestra que eres única —se interrumpió—. Pero, cuando estoy contigo, no pienso, siento.
—Al final lo he estropeado todo, ¿verdad?
—No has hecho nada que no pueda arreglarse. Mis sentimientos no han cambiado en estas dos semanas, ¿y los tuyos?
Serena negó con la cabeza.
—Tampoco.
Seiya la abrazó con fuerza.
—¿Y qué es lo que te ha hecho reaccionar, lo del Scrabble o la conversación sobre el tiempo?
Serena echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—En realidad, fue el comentario sobre que Setsuna iba a pintar de azul la panadería.
—Interesante —dijo Seiya.
—Sabías que iba a venir esta noche, ¿verdad? Me estabas esperando.
—Esperaba que volvieras. Y si no, estaba dispuesto a presentarme en el apartamento de Mina y meterme en tu cama.
—Estamos mejor aquí. La cama es mucho más cómoda. Y más grande —frunció el ceño—. ¿No le habías prometido esta cama a Mina?
—Sí, pero prefirió a Darién.
Seiya la tumbó en la cama y se tumbó a su lado, enredando las piernas con las suyas. Comenzaron a acariciarse lentamente, buscando sus rincones favoritos, aquellos en los que sabían que podían darse mayor placer.
—Oh —suspiró Seiya—. Así es como tenemos que estar. Juntos.
Hasta ese momento, Serena nunca había creído de verdad que fueran a pasar el resto de su vida juntos. Pero de pronto, era capaz de imaginarlo.
Seiya le acarició el pelo lentamente.
—¿Ya estamos bien? —le preguntó.
—Si —contestó Serena, sonriendo. Se incorporó sobre el codo y le miró a los ojos—, estamos bien.
Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Seiya llenó un vaso de zumo de naranja, tomó las tostadas y extendió sobre ellas una cucharada de mermelada. Aunque había intentado convencer a Serena de las ventajas del desayuno irlandés consistente en huevos, salchichas, tocino y, por supuesto, patatas, ella prefería algo más sencillo.
Sonrió para si. Era agradable saber aquellas pequeñas cosas sobre ella, como que solía ahuecar la almohada antes de dormir o se retorcía un mechón de pelo cuando leía. No eran cosas importantes, pero eran detalles en los que Seiya se había fijado.
Y le gustaba dormir hasta tarde. Eran casi las diez y Seiya normalmente empezaba el día al amanecer. Aquella noche apenas había dormido un par de horas, pero se sentía vivo, lleno de energía.
Habían pasado la noche haciendo el amor, como si no hubiera límite para su deseo. Cada vez que se acariciaban, Seiya quería más. Quería disfrutar de un futuro con Serena y haría todo lo que estuviera en su mano para hacerlo posible. Su viaje a Dublín había sido una manera de escapar, pero también había estado considerando algunas oportunidades de trabajo. Aunque tenía dinero suficiente como para vivir sin trabajar, necesitaba una profesión, algo en lo que ocupar su mente para no estar pensando en Serena veinticuatro horas al día.
En cuanto a Serena, también ella necesitaba algo con lo que satisfacer sus propias ambiciones. Se había entregado a la pintura y estaba emocionada con su evolución, pero él sabía que para tener éxito en cualquier empresa, debería abandonar Trall.
Había estado pensando en todas las opciones. Estaba Dublín, si querían quedarse en Irlanda. Pero también podían trasladarse a Londres si Serena quería algo un poco más sofisticado, o a París, el centro del mundo del arte. Podían incluso volver a Estados Unidos. Seiya estaría encantado de vivir en Chicago siempre y cuando estuviera con Serena, o en Nueva York.
Acababa de preparar la tetera y de colocarla en la bandeja para subírsela a Serena cuando oyó el timbre de la puerta principal. Eran poco más de las diez de un lunes por la mañana. No tenía ninguna reserva, así que pensó que O'Malley pasaba por allí para darse un baño.
Seiya corrió al salón para abrir la puerta. Pero en vez de encontrarse al bañista más famoso de Trall, descubrió a una anciana con una maleta a los pies.
—Buenos días —la saludó.
La anciana estudio el rostro de Seiya con expresión inescrutable.
—Entonces es usted, ¿verdad?
—Eso depende de a lo que se refiera.
—¿Es usted el hombre que me ha robado a mi nieta?
Seiya contuvo la respiración.
—Ah, se refiere a Serena. ¿Es usted Luna Tsukino?
—Sí, soy yo.
Era una mujer pequeña, con el pelo blanco y delgada. Pero tenía una mirada de acero que le hizo temblar. Era lo más parecido a un padre que Serena tenía en Irlanda y la desaprobación que reflejaba su rostro era obvia. Seiya no estaba muy seguro de lo que le parecería encontrar a Serena desnuda en su cama, pero sospechaba que no le haría mucha gracia.
—Ha hecho un viaje muy largo, señora Tsukino —tomó su maleta y la invitó a entrar.
—He pasado por la tienda y Serena no estaba. Debo suponer que está aquí, ¿verdad?
—Sí, está aquí, ¿quiere que vaya a llamarla?
—No, antes me gustaría hablar con usted.
—Acabo de preparar un té. ¿Por qué no viene al comedor y desayunamos? Después le enseñaré su habitación. Porque se quedará aquí algún tiempo, ¿verdad?
Luna frunció el ceño.
—Es usted encantador, eso tengo que reconocerlo.
Parecía más un insulto que un cumplido, pensó Seiya.
—Serena me ha hablado mucho de usted. Tenía ganas de conocerla —le señaló la mesa, le sacó una silla y corrió después a la cocina.
Una vez allí, tomó la bandeja con el desayuno de Serena y se la sirvió a su abuela.
—Hay té y tostadas. La mermelada es de frambuesas de la isla.
—¿Se le da bien la cocina?
—Hago lo que puedo. En la posada ofrecemos desayunos y yo suelo ayudar a la cocinera.
Luna bebió un sorbo de té y miró a su alrededor.
—¿Dónde está Serena?
—Eh, todavía está durmiendo. Ayer nos acostamos tarde. Pero si quiere, puedo despertarla.
—Supongo que estará durmiendo en su cama.
Seiya se aclaró la garganta.
—Sí, supone usted correctamente.
—No puedo asegurar que yo fuera capaz de resistirme a los encantos de un hombre como usted si tuviera menos años.
—Pocos menos —bromeó Seiya.
Aquello le valió una sonrisa. Seiya disfrutó de su pequeña victoria. Y era un placer ver de dónde había sacado Serena su belleza y su franqueza. Su abuela y ella estaban cortadas por el mismo patrón.
—Además, conozco los efectos del agua de esta isla. Así fue como conseguí que mi marido se casara conmigo.
—Interesante.
—Déjeme aclarar una cosa —continuó Luna—. ¿Cuáles son sus intenciones, señor Kou?
Seiya pensó un momento en la pregunta y después decidió contestar sinceramente.
—Pretendo casarme con su nieta en cuanto ella esté dispuesta. Pero después de lo que pasó con Darién, creo que necesitará algún tiempo y quiero darle todo el tiempo que necesite. Y cuando nos casemos, espero formar una familia y hacer feliz a su nieta durante el resto de su vida.
—¿Y dónde vivirán?
—Donde Serena quiera.
Luna asintió en silencio.
—Parece que tiene todas las respuestas a mis preguntas.
—Eso es bueno, ¿verdad?
La anciana sonrió, en aquella ocasión con más cariño.
—Eso es muy bueno. Ahora, me gustaría refrescarme un poco antes de ver a mi nieta. Quiero que me dé la mejor habitación y después despierte a Serena para decirle que tiene una visita.
—Estará encantada de verla.
—Por supuesto, soy su abuela favorita.
Seiya instaló a Luna en la primera habitación que había ocupado Serena. Antes de marcharse, encendió la chimenea.
—Espero que esté cómoda.
—Esta habitación me trae viejos recuerdos —dijo Luna con una sonrisa melancólica—. Me parece que fue ayer cuando me trajo el barco. Yo era muy joven entonces. Tenía toda la vida por delante —se sentó en el borde de la cama—. Y pensaba que íbamos a pasar toda la vida juntos.
Seiya vio las lágrimas que asomaban a sus ojos, se sentó a su lado y le tomó la mano.
—Perdí a mi marido hace cinco años. E, incluso después de haber pasado cuarenta y cinco años con él, siento que no fue suficiente —se volvió hacia Seiya—. No pierda ni un solo día. Porque el tiempo nunca se recupera.
—Así que el agua funcionó.
—A veces las relaciones necesitan un poco de magia, señor Kou. Real o imaginada, eso no importa. Cuando estamos enamorados somos capaces de aferramos a cualquier cosa para creer que es para siempre.
Seiya se inclinó hacia delante y le dio un beso en la mejilla. Sospechaba que el abuelo de Serena no había tenido elección en cuanto Luna había puesto los ojos en él. Y deseó que Serena estuviera tan segura de sus sentimientos como su abuela.
Dejó a Luna deshaciendo el equipaje y corrió a buscar a Serena. Cuando llegó al dormitorio, la encontró dormida. Se tumbó a su lado y la besó, pero no se despertaba, así que terminó sacudiéndola ligeramente.
Serena gimió.
—Vete, todavía es muy pronto.
—Dijiste que querías hablar. Ya es por la mañana, así que he pensado que podríamos hacerlo ahora.
Serena abrió los ojos y le miró con recelo.
—¿Quieres que hablemos?
—Sé lo mucho que te gusta tu trabajo y en realidad, no hay nada que me ate a esta isla. Mi hermana y su marido quieren hacerse cargo de la posada, así que he estado pensando que quizá queramos cambiar de residencia. En el caso de que yo quiera trabajar, puedo hacerlo en cualquier parte, así que…
—Espera —dijo Serena, apartándose el pelo de los ojos—. ¿A qué huele?
Seiya parpadeó.
—Yo no huelo a nada.
—Pues yo sí —olfateó—. ¿De verdad no lo hueles? Porque a mí esto me huele… a un plan.
Seiya soltó una carcajada.
—Sí, supongo que tienes razón. Lo siento, no sé qué me ha pasado. Supongo que habrá sido la falta de sueño.
Serena alargó la mano y le acarició la mejilla.
—Ya veremos a dónde nos lleva la vida —le dijo—. Ahora mismo estoy feliz aquí, contigo. Si surge algo más interesante, ya hablaremos entonces. No quiero que ningún plan arruine nuestra vida en común.
—Muy bien, entonces, no haremos planes. ¿Pero hay algo que podría apetecerte hacer durante el próximo par de meses?
—Me gustaría ir a Chicago. Necesito sacar todas las cosas de mi apartamento. Y me gustaría presentarte a mi familia.
—No es mala idea. Aunque a tu abuela ya la conozco.
—¿Te ha llamado? —Serena se sentó en la cama—. Hablé con ella hace unos días, y no se puso muy contenta.
—Ahora parece que está bien —dijo Seiya—. Le he dado la mejor habitación y está descansando un poco. Le he dicho que irías a verla en cuanto te vistieras.
—¿Mi abuela está aquí? —preguntó estupefacta.
—Ha llegado en el primer ferry. Me ha dicho que había venido para llevarte, pero le he explicado que no va a poder hacerlo tan fácilmente. Así que hemos llegado a un acuerdo y, siempre y cuando mis intenciones sean honradas, no intentará convencerte de que te vayas.
—¿Y lo son?
—Algunas. Las demás son completamente indecorosas —la agarró de la mano—. Vamos, vístete. Tu abuela ha hecho un largo viaje para convencerle de que soy una especie de sinvergüenza sin escrúpulos. Y creo que tú deberías convencerla de todo lo contrario.
—Siempre se ha preocupado mucho por mí. Siempre he sido su favorita.
La vio levantarse de la cama y recoger su ropa. Mientras se duchaba, Seiya estuvo hablando con ella. Y cuando salió de la ducha, la envolvió en una toalla y la ayudó a secarse.
En eso consistía la vida, reflexionó Seiya. En disfrutar de las pequeñas cosas, sabiendo que estaba con la única persona que lo significaba todo para él. Fueran cuales fueran las circunstancias que les habían unidos, se habían encontrado el uno al otro. Y tenía que comenzar a construir una vida en común.
Bueno, las cosas al fin se resolvieron entre Serena y Seiya, ya casi llegamos al final, :[GOTITA]: aunque claro, nos falta el epilogo.
Me despido por ahora esperando que les haya gustado el capítulo de hoy, como siempre, les pido que no olviden dejar sus comentarios, dudas, quejas o sugerencias que tengan. Muchos saludos para todos y ¡nos vemos en el epilogo!
XOXO
Serenity
Sonrió para si. Era agradable saber aquellas pequeñas cosas sobre ella, como que solía ahuecar la almohada antes de dormir o se retorcía un mechón de pelo cuando leía. No eran cosas importantes, pero eran detalles en los que Seiya se había fijado.
Y le gustaba dormir hasta tarde. Eran casi las diez y Seiya normalmente empezaba el día al amanecer. Aquella noche apenas había dormido un par de horas, pero se sentía vivo, lleno de energía.
Habían pasado la noche haciendo el amor, como si no hubiera límite para su deseo. Cada vez que se acariciaban, Seiya quería más. Quería disfrutar de un futuro con Serena y haría todo lo que estuviera en su mano para hacerlo posible. Su viaje a Dublín había sido una manera de escapar, pero también había estado considerando algunas oportunidades de trabajo. Aunque tenía dinero suficiente como para vivir sin trabajar, necesitaba una profesión, algo en lo que ocupar su mente para no estar pensando en Serena veinticuatro horas al día.
En cuanto a Serena, también ella necesitaba algo con lo que satisfacer sus propias ambiciones. Se había entregado a la pintura y estaba emocionada con su evolución, pero él sabía que para tener éxito en cualquier empresa, debería abandonar Trall.
Había estado pensando en todas las opciones. Estaba Dublín, si querían quedarse en Irlanda. Pero también podían trasladarse a Londres si Serena quería algo un poco más sofisticado, o a París, el centro del mundo del arte. Podían incluso volver a Estados Unidos. Seiya estaría encantado de vivir en Chicago siempre y cuando estuviera con Serena, o en Nueva York.
Acababa de preparar la tetera y de colocarla en la bandeja para subírsela a Serena cuando oyó el timbre de la puerta principal. Eran poco más de las diez de un lunes por la mañana. No tenía ninguna reserva, así que pensó que O'Malley pasaba por allí para darse un baño.
Seiya corrió al salón para abrir la puerta. Pero en vez de encontrarse al bañista más famoso de Trall, descubrió a una anciana con una maleta a los pies.
—Buenos días —la saludó.
La anciana estudio el rostro de Seiya con expresión inescrutable.
—Entonces es usted, ¿verdad?
—Eso depende de a lo que se refiera.
—¿Es usted el hombre que me ha robado a mi nieta?
Seiya contuvo la respiración.
—Ah, se refiere a Serena. ¿Es usted Luna Tsukino?
—Sí, soy yo.
Era una mujer pequeña, con el pelo blanco y delgada. Pero tenía una mirada de acero que le hizo temblar. Era lo más parecido a un padre que Serena tenía en Irlanda y la desaprobación que reflejaba su rostro era obvia. Seiya no estaba muy seguro de lo que le parecería encontrar a Serena desnuda en su cama, pero sospechaba que no le haría mucha gracia.
—Ha hecho un viaje muy largo, señora Tsukino —tomó su maleta y la invitó a entrar.
—He pasado por la tienda y Serena no estaba. Debo suponer que está aquí, ¿verdad?
—Sí, está aquí, ¿quiere que vaya a llamarla?
—No, antes me gustaría hablar con usted.
—Acabo de preparar un té. ¿Por qué no viene al comedor y desayunamos? Después le enseñaré su habitación. Porque se quedará aquí algún tiempo, ¿verdad?
Luna frunció el ceño.
—Es usted encantador, eso tengo que reconocerlo.
Parecía más un insulto que un cumplido, pensó Seiya.
—Serena me ha hablado mucho de usted. Tenía ganas de conocerla —le señaló la mesa, le sacó una silla y corrió después a la cocina.
Una vez allí, tomó la bandeja con el desayuno de Serena y se la sirvió a su abuela.
—Hay té y tostadas. La mermelada es de frambuesas de la isla.
—¿Se le da bien la cocina?
—Hago lo que puedo. En la posada ofrecemos desayunos y yo suelo ayudar a la cocinera.
Luna bebió un sorbo de té y miró a su alrededor.
—¿Dónde está Serena?
—Eh, todavía está durmiendo. Ayer nos acostamos tarde. Pero si quiere, puedo despertarla.
—Supongo que estará durmiendo en su cama.
Seiya se aclaró la garganta.
—Sí, supone usted correctamente.
—No puedo asegurar que yo fuera capaz de resistirme a los encantos de un hombre como usted si tuviera menos años.
—Pocos menos —bromeó Seiya.
Aquello le valió una sonrisa. Seiya disfrutó de su pequeña victoria. Y era un placer ver de dónde había sacado Serena su belleza y su franqueza. Su abuela y ella estaban cortadas por el mismo patrón.
—Además, conozco los efectos del agua de esta isla. Así fue como conseguí que mi marido se casara conmigo.
—Interesante.
—Déjeme aclarar una cosa —continuó Luna—. ¿Cuáles son sus intenciones, señor Kou?
Seiya pensó un momento en la pregunta y después decidió contestar sinceramente.
—Pretendo casarme con su nieta en cuanto ella esté dispuesta. Pero después de lo que pasó con Darién, creo que necesitará algún tiempo y quiero darle todo el tiempo que necesite. Y cuando nos casemos, espero formar una familia y hacer feliz a su nieta durante el resto de su vida.
—¿Y dónde vivirán?
—Donde Serena quiera.
Luna asintió en silencio.
—Parece que tiene todas las respuestas a mis preguntas.
—Eso es bueno, ¿verdad?
La anciana sonrió, en aquella ocasión con más cariño.
—Eso es muy bueno. Ahora, me gustaría refrescarme un poco antes de ver a mi nieta. Quiero que me dé la mejor habitación y después despierte a Serena para decirle que tiene una visita.
—Estará encantada de verla.
—Por supuesto, soy su abuela favorita.
Seiya instaló a Luna en la primera habitación que había ocupado Serena. Antes de marcharse, encendió la chimenea.
—Espero que esté cómoda.
—Esta habitación me trae viejos recuerdos —dijo Luna con una sonrisa melancólica—. Me parece que fue ayer cuando me trajo el barco. Yo era muy joven entonces. Tenía toda la vida por delante —se sentó en el borde de la cama—. Y pensaba que íbamos a pasar toda la vida juntos.
Seiya vio las lágrimas que asomaban a sus ojos, se sentó a su lado y le tomó la mano.
—Perdí a mi marido hace cinco años. E, incluso después de haber pasado cuarenta y cinco años con él, siento que no fue suficiente —se volvió hacia Seiya—. No pierda ni un solo día. Porque el tiempo nunca se recupera.
—Así que el agua funcionó.
—A veces las relaciones necesitan un poco de magia, señor Kou. Real o imaginada, eso no importa. Cuando estamos enamorados somos capaces de aferramos a cualquier cosa para creer que es para siempre.
Seiya se inclinó hacia delante y le dio un beso en la mejilla. Sospechaba que el abuelo de Serena no había tenido elección en cuanto Luna había puesto los ojos en él. Y deseó que Serena estuviera tan segura de sus sentimientos como su abuela.
Dejó a Luna deshaciendo el equipaje y corrió a buscar a Serena. Cuando llegó al dormitorio, la encontró dormida. Se tumbó a su lado y la besó, pero no se despertaba, así que terminó sacudiéndola ligeramente.
Serena gimió.
—Vete, todavía es muy pronto.
—Dijiste que querías hablar. Ya es por la mañana, así que he pensado que podríamos hacerlo ahora.
Serena abrió los ojos y le miró con recelo.
—¿Quieres que hablemos?
—Sé lo mucho que te gusta tu trabajo y en realidad, no hay nada que me ate a esta isla. Mi hermana y su marido quieren hacerse cargo de la posada, así que he estado pensando que quizá queramos cambiar de residencia. En el caso de que yo quiera trabajar, puedo hacerlo en cualquier parte, así que…
—Espera —dijo Serena, apartándose el pelo de los ojos—. ¿A qué huele?
Seiya parpadeó.
—Yo no huelo a nada.
—Pues yo sí —olfateó—. ¿De verdad no lo hueles? Porque a mí esto me huele… a un plan.
Seiya soltó una carcajada.
—Sí, supongo que tienes razón. Lo siento, no sé qué me ha pasado. Supongo que habrá sido la falta de sueño.
Serena alargó la mano y le acarició la mejilla.
—Ya veremos a dónde nos lleva la vida —le dijo—. Ahora mismo estoy feliz aquí, contigo. Si surge algo más interesante, ya hablaremos entonces. No quiero que ningún plan arruine nuestra vida en común.
—Muy bien, entonces, no haremos planes. ¿Pero hay algo que podría apetecerte hacer durante el próximo par de meses?
—Me gustaría ir a Chicago. Necesito sacar todas las cosas de mi apartamento. Y me gustaría presentarte a mi familia.
—No es mala idea. Aunque a tu abuela ya la conozco.
—¿Te ha llamado? —Serena se sentó en la cama—. Hablé con ella hace unos días, y no se puso muy contenta.
—Ahora parece que está bien —dijo Seiya—. Le he dado la mejor habitación y está descansando un poco. Le he dicho que irías a verla en cuanto te vistieras.
—¿Mi abuela está aquí? —preguntó estupefacta.
—Ha llegado en el primer ferry. Me ha dicho que había venido para llevarte, pero le he explicado que no va a poder hacerlo tan fácilmente. Así que hemos llegado a un acuerdo y, siempre y cuando mis intenciones sean honradas, no intentará convencerte de que te vayas.
—¿Y lo son?
—Algunas. Las demás son completamente indecorosas —la agarró de la mano—. Vamos, vístete. Tu abuela ha hecho un largo viaje para convencerle de que soy una especie de sinvergüenza sin escrúpulos. Y creo que tú deberías convencerla de todo lo contrario.
—Siempre se ha preocupado mucho por mí. Siempre he sido su favorita.
La vio levantarse de la cama y recoger su ropa. Mientras se duchaba, Seiya estuvo hablando con ella. Y cuando salió de la ducha, la envolvió en una toalla y la ayudó a secarse.
En eso consistía la vida, reflexionó Seiya. En disfrutar de las pequeñas cosas, sabiendo que estaba con la única persona que lo significaba todo para él. Fueran cuales fueran las circunstancias que les habían unidos, se habían encontrado el uno al otro. Y tenía que comenzar a construir una vida en común.
Bueno, las cosas al fin se resolvieron entre Serena y Seiya, ya casi llegamos al final, :[GOTITA]: aunque claro, nos falta el epilogo.
Me despido por ahora esperando que les haya gustado el capítulo de hoy, como siempre, les pido que no olviden dejar sus comentarios, dudas, quejas o sugerencias que tengan. Muchos saludos para todos y ¡nos vemos en el epilogo!
XOXO
Serenity
Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Hola serenity me alegra que hayas actualizado jeje queria ver de que manera se arreglaría todo entre estos dos y me fusta que todo surja tan espontáneamente que parece irreal que una mujer sea capaz de dejar todo y lanzarse a la aventura como si nada, ojalá la abuela acepte la nueva vida de serena, cuidate y estaré esperando el epilogo, cuidate salu2
Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Que bien se areglaron las cosas entre serena y seiya me gusto mucho el capitulo esperare el final con mucho gusto
eternity moon- Reina Serenity
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Debo decir que morí de la risa con el plan de Seiya jajajajaja. Jugando Scrabble, hablado del clima. Qué malvado! Así cualquier chica corre, aunque si tengo a Seiya junto a mí no me importaría hacer ninguna de esas cosas con él. Me dio gusto que Serena aprendiera a no planificar nada. Aunque que Seiya la siga a cualquier parte me pareció mega romántico. Al igual que Algo Dulce, me da pena que termine ya esta novela, pero estoy segura que nos seguirás sorprendiendo con otras historias maravillosas.
Espero el final
Cariños!
Espero el final
Cariños!
natu_rw- Sailor Inner Scout
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Hola!
¡Mil gracias por todos sus comentarios! ¡Me alegra que les gustara el capitulo anterior de esta historia!
Aquí les dejo el final de esta historia, ¡espero que lo disfruten!
Epilogo
Serena permanecía en una de las abarrotadas calles de Chicago, en el barrio de Wicker Park. Seiya y ella llevaban ya una semana en los Estados Unidos, visitando a su familia, conociendo los lugares de interés de la ciudad y disfrutando de una preciosa suite en el hotel Drake.
Seiya había estado fuera durante toda la mañana y Serena había recibido un mensaje telefónico en la recepción del hotel en el que Seiya le pedía que se encontrara con él en aquella dirección. Pero ella imaginaba que sería la dirección de un restaurante, y no de un almacén de ladrillos abandonado.
Desde que Serena se había instalado oficialmente en Irlanda, iban a los Estados Unidos por lo menos una vez cada dos o tres meses. Aunque Serena adoraba Trall, en ocasiones echaba de menos su ciudad natal.
Sin embargo, eran muchos los beneficios de vivir con Seiya. Cada día era una aventura, algo nuevo y excitante, aunque estuvieran haciendo cosas tan sencillas como pintar el salón. Viajaban con frecuencia y Seiya le había enseñado sus lugares favoritos de Nueva Zelanda y Japón en dos ocasiones en las que había tenido que desplazarse hasta allí por motivos de trabajo. Habían pasado unas vacaciones en el Caribe y tenían planeado un viaje a Egipto para el próximo mes.
Serena adoraba aquella vida tan libre, pero cada vez pensaba más en instalarse en algún lugar, en casarse y comenzar a formar una familia.
—¡Serena!
Serena dio media vuelta y vio a Seiya en una puerta situada en una esquina del edificio.
—¿Por qué me has pedido que viniera aquí? —le preguntó con extrañeza.
—Tienes que ver este lugar. ¡Es perfecto! —salió a grandes zancadas y le dio la mano—. Vamos, sé que te va a encantar.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó.
—Espera, ya lo verás.
Caminaron juntos hasta el oscuro hueco de la escalera interior del edificio. La luz entraba por unas ventanas altas situadas en la parte más alta de cada una de las paredes, iluminando el polvo que Serena y Seiya levantaban a su paso. Al parecer, no había mucho que ver, sólo un edificio viejo y polvoriento con un espacio abierto en el segundo piso.
—¿Qué te parece? —preguntó Seiya.
—¿El qué?
—Este lugar.
—Está hecho un desastre. ¿Por qué querías que viniera?
—Porque quería saber tu opinión. ¿Crees que servirá?
—¿Para qué tiene que servir?
—Para nosotros. Necesito un local en los Estados Unidos. Y tú necesitas un espacio para pintar. Además, necesitaremos una casa. Y podemos convertir la parte de arriba en un piso y utilizar la de abajo para trabajar.
—¿Vamos a quedarnos en Chicago?
—Sólo si tú quieres. Sé lo mucho que echas de menos a tu familia, Serena, y no hay ninguna razón por la que no podamos pasar más tiempo aquí. Puedo vivir en cualquier parte, siempre y cuando tengamos un aeropuerto cerca. Y creo que aquí podré ser muy feliz.
Parecía desesperado por contar con su aprobación.
—Y ya lo has comprado —dijo Serena con una sonrisa.
—He firmado los papeles esta misma mañana. Había otro comprador, de modo que no me quedaba otra opción. Así que, por favor, dime que te gusta.
Serena le rodeó el cuello con los brazos y le besó.
—Me encanta, es perfecto. Y si tenemos una casa aquí, podremos ir y venir cuando queramos. Y podremos olvidarnos de los hoteles.
—Sí, tendremos un hogar —dijo Seiya.
Un hogar, pensó Serena. Llevaban juntos un año y medio y cualquier lugar en el que dormían era para ellos su hogar. No sabían nunca dónde iban a estar de una semana para otra. Pero a lo mejor había llegado el momento de dar un giro en su relación.
—Me gusta nuestra vida. Es perfecta en todos los sentidos.
—Pero podría ser más perfecta todavía —dijo Seiya, dándole un beso en la frente.
Serena se echó a reír y le dio un beso en la barbilla.
—¿Cómo podría ser más perfecta?
Seiya la miró a los ojos.
—Podrías casarte conmigo —sugirió.
¿Cómo era posible que supiera siempre lo que estaba pensando, a veces incluso antes que ella? Serena llevaba tiempo esperando a que Seiya volviera a pedirle que se casara con él. De vez en cuando, Seiya dejaba caer la pregunta, pero hasta entonces, ella siempre le había pedido que esperara.
—¿Y bien? ¿Vas a darme una respuesta?
—Sí —contestó Serena.
—¿Sí vas a darme una respuesta, o la respuesta es sí?
—Las dos cosas. Sí, me casaré contigo, Seiya Kou. Y sí voy a responder.
Una enorme sonrisa cruzó el rostro de Seiya mientras parpadeaba con incredulidad.
—De acuerdo entonces. Vamos a casarnos, ese es el plan.
—Sí —contestó Serena—. Creo que ahora podemos decir que tenemos un plan sin que eso suponga ningún peligro.
Seiya la agarró por la cintura, la levantó del suelo y la abrazó con fuerza.
Serena apoyó las manos en sus hombros y lo miró a los ojos, a aquellos ojos tan llenos de deseo y amor.
—Y ahora, tengo una sorpresa para ti —anunció Serena.
—¿Qué sorpresa puede ser?
—Busca en el bolsillo de atrás de mis vaqueros.
Seiya la dejó en el suelo, hizo lo que le pedía y sacó dos entradas del bolsillo.
—¿Los Chicago Cubs?
—Es un partido de béisbol. Creo que ya va siendo hora de que vayas familiarizándote con el juego.
Seiya examinó las entradas con detenimiento.
—Bombón, conozco el juego perfectamente. He estado haciendo home runs desde la primera vez que nos metimos en la cama.
—Éste es un juego perfectamente diferente. Y si vas a casarte con una chica de Chicago, tendrás que elegir. O eres de los Cubs o eres de los Sax. Los perritos calientes, con mostaza o con ketchup. Y si pretendes hacerme feliz durante el resto de nuestras vidas, tendrás que saber de esas cosas.
—¿Y los Bulls?
—Los Bulls son un equipo de baloncesto.
—Pues estaba pensando que, ahora que ya soy un as del béisbol, quizá podría comenzar con un deporte diferente —miró a su alrededor—, uno en el que haya que driblar, meterla en un agujero y gritar.
—Nunca dejas de pensar en el sexo, ¿verdad?
—Claro que sí. Durante al menos unos minutos al día procuro pensar en el trabajo —miró a su alrededor—. Y hablando de sexo, ahora somos dueños de este lugar. ¿Qué te parece si lo estrenamos?
Serena se llevó la mano a los botones de la blusa y comenzó a desabrochárselos lentamente.
—De acuerdo. Pero si quieres que te explique cómo se juega al baloncesto, tendremos que empezar con el tiro libre.
Seiya gruñó mientras la ayudaba a desabrocharse la blusa.
—Bombón, me encantan los deportes estadounidenses.
Quisiera agradecerle a cada una de ustedes por acompañarme a lo largo de esta historia, en la que espero se hayan divertido tanto como yo.
XOXO
Serenity
¡Mil gracias por todos sus comentarios! ¡Me alegra que les gustara el capitulo anterior de esta historia!
Aquí les dejo el final de esta historia, ¡espero que lo disfruten!
Epilogo
Serena permanecía en una de las abarrotadas calles de Chicago, en el barrio de Wicker Park. Seiya y ella llevaban ya una semana en los Estados Unidos, visitando a su familia, conociendo los lugares de interés de la ciudad y disfrutando de una preciosa suite en el hotel Drake.
Seiya había estado fuera durante toda la mañana y Serena había recibido un mensaje telefónico en la recepción del hotel en el que Seiya le pedía que se encontrara con él en aquella dirección. Pero ella imaginaba que sería la dirección de un restaurante, y no de un almacén de ladrillos abandonado.
Desde que Serena se había instalado oficialmente en Irlanda, iban a los Estados Unidos por lo menos una vez cada dos o tres meses. Aunque Serena adoraba Trall, en ocasiones echaba de menos su ciudad natal.
Sin embargo, eran muchos los beneficios de vivir con Seiya. Cada día era una aventura, algo nuevo y excitante, aunque estuvieran haciendo cosas tan sencillas como pintar el salón. Viajaban con frecuencia y Seiya le había enseñado sus lugares favoritos de Nueva Zelanda y Japón en dos ocasiones en las que había tenido que desplazarse hasta allí por motivos de trabajo. Habían pasado unas vacaciones en el Caribe y tenían planeado un viaje a Egipto para el próximo mes.
Serena adoraba aquella vida tan libre, pero cada vez pensaba más en instalarse en algún lugar, en casarse y comenzar a formar una familia.
—¡Serena!
Serena dio media vuelta y vio a Seiya en una puerta situada en una esquina del edificio.
—¿Por qué me has pedido que viniera aquí? —le preguntó con extrañeza.
—Tienes que ver este lugar. ¡Es perfecto! —salió a grandes zancadas y le dio la mano—. Vamos, sé que te va a encantar.
—¿Qué estás haciendo aquí? —le preguntó.
—Espera, ya lo verás.
Caminaron juntos hasta el oscuro hueco de la escalera interior del edificio. La luz entraba por unas ventanas altas situadas en la parte más alta de cada una de las paredes, iluminando el polvo que Serena y Seiya levantaban a su paso. Al parecer, no había mucho que ver, sólo un edificio viejo y polvoriento con un espacio abierto en el segundo piso.
—¿Qué te parece? —preguntó Seiya.
—¿El qué?
—Este lugar.
—Está hecho un desastre. ¿Por qué querías que viniera?
—Porque quería saber tu opinión. ¿Crees que servirá?
—¿Para qué tiene que servir?
—Para nosotros. Necesito un local en los Estados Unidos. Y tú necesitas un espacio para pintar. Además, necesitaremos una casa. Y podemos convertir la parte de arriba en un piso y utilizar la de abajo para trabajar.
—¿Vamos a quedarnos en Chicago?
—Sólo si tú quieres. Sé lo mucho que echas de menos a tu familia, Serena, y no hay ninguna razón por la que no podamos pasar más tiempo aquí. Puedo vivir en cualquier parte, siempre y cuando tengamos un aeropuerto cerca. Y creo que aquí podré ser muy feliz.
Parecía desesperado por contar con su aprobación.
—Y ya lo has comprado —dijo Serena con una sonrisa.
—He firmado los papeles esta misma mañana. Había otro comprador, de modo que no me quedaba otra opción. Así que, por favor, dime que te gusta.
Serena le rodeó el cuello con los brazos y le besó.
—Me encanta, es perfecto. Y si tenemos una casa aquí, podremos ir y venir cuando queramos. Y podremos olvidarnos de los hoteles.
—Sí, tendremos un hogar —dijo Seiya.
Un hogar, pensó Serena. Llevaban juntos un año y medio y cualquier lugar en el que dormían era para ellos su hogar. No sabían nunca dónde iban a estar de una semana para otra. Pero a lo mejor había llegado el momento de dar un giro en su relación.
—Me gusta nuestra vida. Es perfecta en todos los sentidos.
—Pero podría ser más perfecta todavía —dijo Seiya, dándole un beso en la frente.
Serena se echó a reír y le dio un beso en la barbilla.
—¿Cómo podría ser más perfecta?
Seiya la miró a los ojos.
—Podrías casarte conmigo —sugirió.
¿Cómo era posible que supiera siempre lo que estaba pensando, a veces incluso antes que ella? Serena llevaba tiempo esperando a que Seiya volviera a pedirle que se casara con él. De vez en cuando, Seiya dejaba caer la pregunta, pero hasta entonces, ella siempre le había pedido que esperara.
—¿Y bien? ¿Vas a darme una respuesta?
—Sí —contestó Serena.
—¿Sí vas a darme una respuesta, o la respuesta es sí?
—Las dos cosas. Sí, me casaré contigo, Seiya Kou. Y sí voy a responder.
Una enorme sonrisa cruzó el rostro de Seiya mientras parpadeaba con incredulidad.
—De acuerdo entonces. Vamos a casarnos, ese es el plan.
—Sí —contestó Serena—. Creo que ahora podemos decir que tenemos un plan sin que eso suponga ningún peligro.
Seiya la agarró por la cintura, la levantó del suelo y la abrazó con fuerza.
Serena apoyó las manos en sus hombros y lo miró a los ojos, a aquellos ojos tan llenos de deseo y amor.
—Y ahora, tengo una sorpresa para ti —anunció Serena.
—¿Qué sorpresa puede ser?
—Busca en el bolsillo de atrás de mis vaqueros.
Seiya la dejó en el suelo, hizo lo que le pedía y sacó dos entradas del bolsillo.
—¿Los Chicago Cubs?
—Es un partido de béisbol. Creo que ya va siendo hora de que vayas familiarizándote con el juego.
Seiya examinó las entradas con detenimiento.
—Bombón, conozco el juego perfectamente. He estado haciendo home runs desde la primera vez que nos metimos en la cama.
—Éste es un juego perfectamente diferente. Y si vas a casarte con una chica de Chicago, tendrás que elegir. O eres de los Cubs o eres de los Sax. Los perritos calientes, con mostaza o con ketchup. Y si pretendes hacerme feliz durante el resto de nuestras vidas, tendrás que saber de esas cosas.
—¿Y los Bulls?
—Los Bulls son un equipo de baloncesto.
—Pues estaba pensando que, ahora que ya soy un as del béisbol, quizá podría comenzar con un deporte diferente —miró a su alrededor—, uno en el que haya que driblar, meterla en un agujero y gritar.
—Nunca dejas de pensar en el sexo, ¿verdad?
—Claro que sí. Durante al menos unos minutos al día procuro pensar en el trabajo —miró a su alrededor—. Y hablando de sexo, ahora somos dueños de este lugar. ¿Qué te parece si lo estrenamos?
Serena se llevó la mano a los botones de la blusa y comenzó a desabrochárselos lentamente.
—De acuerdo. Pero si quieres que te explique cómo se juega al baloncesto, tendremos que empezar con el tiro libre.
Seiya gruñó mientras la ayudaba a desabrocharse la blusa.
—Bombón, me encantan los deportes estadounidenses.
Fin
Quisiera agradecerle a cada una de ustedes por acompañarme a lo largo de esta historia, en la que espero se hayan divertido tanto como yo.
XOXO
Serenity
Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Que buen final
y por fin se casaron serena y seiya eso si fue darle un final feliz a esta historia que desde un principio me gusto ahora no te olvides de darles un final como este a tus otras historias que por cierto tambien me gustaron y las estoy leyendo
En fin cuidate mucho y que estes bien
y por fin se casaron serena y seiya eso si fue darle un final feliz a esta historia que desde un principio me gusto ahora no te olvides de darles un final como este a tus otras historias que por cierto tambien me gustaron y las estoy leyendo
En fin cuidate mucho y que estes bien
eternity moon- Reina Serenity
- Mensajes : 2213
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Que lindo que se hayan asentado en un lugar y que Serena por fin se case con Seiya. Ya quisiera yo un Seiya con mucho dinero que me sorprendiera con viajes fabulosos por el mundo..... na, con encontrar un Seiya que me de el mismo amor me es suficiente, aunque igual eso suena ambicioso no? jajaajaj
Gracias por publicar esta historia, espero seguir leyendo cosas tuyas más adelante y si nos sorprendes con una historia propia mejor, PORQUE ME ENCANTAN TUS HISTORIAS!
Cariños :)
Gracias por publicar esta historia, espero seguir leyendo cosas tuyas más adelante y si nos sorprendes con una historia propia mejor, PORQUE ME ENCANTAN TUS HISTORIAS!
Cariños :)
natu_rw- Sailor Inner Scout
- Mensajes : 180
Edad : 34
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Muy buena historia me gusto que seiya siempre representara ese espíritu aventurero del cual serena necesitaba formar parte, es una gran final x q dentro de tanta libertad siempre hubo un compromiso x parte de ellos y eso es lo que me gusto, a veces confundimos la libertad con la irresponsabilidad y no queremos aceptar que tanta libertad no se puede despegar de esa responsabilidad y en ellos hubo de las dos partes, adore la historia x tener tanto en tan poco, serenity tus historias siempre son buenas y deseo seguir leyendo mas de ti, espero tener nuevas historias x leer de tu parte, cuidate mucho, un saludito!
Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Aaaaaaaawwww ya acabo!!
Serenity me encanto este fic como todos los que escribes ojala continues por que lo haces de un manera increíble felicidades!!!
Espero mas fic`s!!!
Saludos
Serenity me encanto este fic como todos los que escribes ojala continues por que lo haces de un manera increíble felicidades!!!
Espero mas fic`s!!!
Saludos
MaRyMG- Sailor Scout
- Mensajes : 62
Edad : 34
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
hola gracias por invitarme a leer tu fics esta muy lindo la verdad me gsto muxo y me gustaria leer mas que involucren a seiya ya k me gusta muxo
susej ponce perez- Sailor Outer Scout
- Mensajes : 274
Edad : 34
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Me encanto...!
Me hubiera gustado tener noticias de Mina y que se hubieran quedado en Trall pero de todas formas esta historia estuvo excelente...!
Y ahora a seguir buscando El Deseo de la Luna que no lo encuentro por ningun lado...!!
Me hubiera gustado tener noticias de Mina y que se hubieran quedado en Trall pero de todas formas esta historia estuvo excelente...!
Y ahora a seguir buscando El Deseo de la Luna que no lo encuentro por ningun lado...!!
Moonlight~- Reina Serenity
- Mensajes : 1986
Edad : 25
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Me encanto este finc sin duda me gusta mucho como escribes
Ya leí casi todos y está historia me gusto el rumbo que tomo Felicidades
Mi querida Serenety.
Ya leí casi todos y está historia me gusto el rumbo que tomo Felicidades
Mi querida Serenety.
sharzit- Sailor Inner Scout
- Mensajes : 212
Edad : 36
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Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
hola amiga sin duda eres la mejor me encanta como escribes tus historias las haces con un sentimiento que lo transmites a tu lectoras y te felicito me enamore de tu historia y el final es de lo mas romantico y sexi que cumplan sus fantacias y le pongan un toque lindo a su relación y no tanta rutina , bueno en fin todo estuvo de lo mejor adiosito cuídate
maria paolini- Sailor Inner Scout
- Mensajes : 138
Edad : 41
Sexo :
Re: El Elixir Del Amor [S/S] UA - Terminado
Cuanto tiempo sin conectarme T_T prometo ponerme al tanto de los otros fanfics :')
por cierto... me encantó este episodio :') sigue asi :D
saludos :3
PD:ya hasta hay mas emoticones de Sailor Moon :P
por cierto... me encantó este episodio :') sigue asi :D
saludos :3
PD:ya hasta hay mas emoticones de Sailor Moon :P
jessica12- Sailor Scout
- Mensajes : 75
Edad : 29
Sexo :
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