7 de Septiembre; (H&M); AU/Songfic One-shot

Michiru observó el calendario, esa fecha le marcaba un vacío en el pecho, aquel día en el cual su destino había sido sellado, una sonrisa iluminó aquel rostro, mas la nostalgia no se ha hecho esperar. Aquel día deberá tener una presentación en el conservatorio, se había colocado como una de las jóvenes prodigio de su generación, sin embargo lo que años atrás fue parecía encontrarse en su memoria, una huella imborrable de sus días de juventud.

Una suave brisa inundó su apartamento, las plantas se han de mover al compás del viento, una fragancia suave le pareció sentir, tan familiar pero lejana a la vez, el tiempo y los años habrían de dejar en el olvido esa fecha, sin embargo...para la guardiana de los mares no será así. Su tiempo se había detenido, o quizá eran las palabras más sencillas en las cuales resumir lo que ha pasado con su vida, atrapada eterna en su segunda década, ¿cómo debería ser su apariencia ahora?, una sonrisa burlona se dibujó en sus labios, la vista del apartamento le devolvía los grandes edificios de la ciudad de Nueva York, lugar donde se ha hecho carrera ahora.

- Veo que has venido...- susurró dando la espalda a aquella ventana, no había figura alguna, mas ese viento, aroma y recuerdos le marcaban la presencia de quien anhelaba olvidar. Colocó una mano sobre la vieja fotografía, el mayor tesoro de Michiru, del tiempo en el cual a pesar de las circunstancias podría decir que era feliz...

Aquel encuentro en la carrera de atletismo había sido un grave error, no ha causado más que ella se alejara, pero la violinista sabía que, no era un simple capricho de la juventud, el hilo del destino los ha unido desde los tiempos más remotos.

Han sido exactamente tres meses desde la competencia y donde aquellos encuentros fortuitos comenzaron, donde...ha despertado la guardiana de Urano, salía del colegio, el plantel era enteramente femenino, rostros delicados, pequeñas flores las cuales flotaban en el aire de ilusión de la salida de esa escuela. Una persona con aspecto casanova le esperaba con la espalda recargada en la barda externa.

Júbilo de las más jóvenes al ver ese prometedor corredor de automóviles, toda una estrella, pensó la adolescente, pasando de largo, aquel, en apariencia, varón le observó perplejo, con una sonrisa invisible, acompañada de una risa apenas audible ambos ojos se cruzaron; perdiéndose entre las calles de esa ciudad, siendo llevadas a una isla en medio de ese caos.

Sentada sobre un banco, devolviéndole la vista del baile de las aguas entre aquella fuente, y el resto de un pequeño claro, emulando como lo serían en los bosques. La silueta parecía agitada,una risa salió de la cabellera azul tras observar a la rubia, colocando una mano sobre ese hombro.

Sorprendida vio como retrocedía algunos pasos esa persona vestida con uniforme masculino, en una de esas manos portaba una rosa, incrédula, los ojos permanecían abiertos, las mejillas sonrosada, junto al corazón acelerado entre la respiración y la sonrisa ensanchada.

Los labios dulces repetían una y mil ocasiones más un "¡Sí!, acepto" , manos de la cabellera rubia sobre sus mejillas, el aliento de ambas chocando, sus orbes jugaban entre los labios ajenos hasta la vista perlada, esa que no parecía retirar esa magnética mirada para la dueña de las mareas. Un beso de sabor dulce, alegría...

Un siete de septiembre, en un soleado otoño, esa tarde en ese claro secreto del parque cercano a su vieja escuela, ha sido testigo del que había sido el día más de feliz de su vida. Una vida que jamás volverá.

Desde ese capricho del destino en el cuál, ambas se separaron, cada siete de septiembre celebran aquel día... Michiru lo celebró ese año en Seúl, en el claro de ese parque tan familiar en el que los lazos del tiempo se detuvieron.

Después de todo, ese siempre será su día especial... el 7 de septiembre en el que marcaron el destino con un beso, en la inocencia de esa juventud y el encuentro fortuito de los destinos.